El rey de la soja va por más: ahora se extiende en Uruguay

Gustavo Grobocopatel cultiva 73.000 ha, entre propias y arrendadas. Y factura US$ 70 millones al año. Creció con prudencia y tiene poca deuda. La empresa está en cada paso de la cadena productiva.

08deSeptiembrede2003a las08:07
Silvia Naishtat. .
snaishtat@clarin.com.ar

El aspecto menos conocido de Gustavo Grobocopatel es su vocación por la música. Cuenta que le pone casi tanta energía al conjunto Cruz del Sur, como a las 73.000 hectáreas que siembra con soja y girasol. El sabe que nunca se hará rico ni famoso con el grupo, que apenas sacó tres CD. Los campos le permiten facturar, en cambio, 70 millones de dólares al año. ¿Qué disfruta más? Cantar, dice mientras sube a la camioneta, computadora en mano, en una gira de rutina por los establecimientos, los silos y la empresa que exporta los granos que él cosecha.

Grobocopatel es el rey de la soja en la Argentina. Pero sus costumbres son poco monárquicas, a diferencia de su par brasileño, el poderosisímo Olacyr de Moraes. La empresa familiar, Los Grobo, con el corazón en Carlos Casares, siembra las tierras más fértiles de la pampa húmeda y acaba de extenderse con 12.000 hectáreas a Uruguay, lo que los convierte en una verdadera potencia. Prevé pegar un nuevo salto en Uruguay.

Acostumbrado a pensar en grande, también se entusiasma con llevar métodos modernos de producción a la agricultura de la ex Europa del Este: hace poco llegó de Rumania, la tierra de sus abuelos, y de una larga gira por China.

Desde su posición, dice que la Argentina es un estado precapitalista: "Las mayores fortunas actuales en EEUU son nuevas y no son las mismas que hace 15 años. Aquí pasaría lo mismo si hubiese un aumento en la movilidad social y en las oportunidades". ¿Preferencias políticas? "Soy un liberal que cree que el capitalismo tiene muchas cuentas pendientes. Creo en un capitalismo con una justa distribución de la riqueza".

En vez de un batallón de consultores, este ingeniero agrónomo de 41 años y egresado de la UBA, cuenta con 15 profesionales, un asesor externo ( Héctor Ordóñez), se inspira en libros de management y en sus viajes. "No hay nada que piense de antemano", asegura mientras saca cuentas. "Vendemos nuestros productos a un dólar de 2,30 pesos y compramos los insumos a un dólar 3,50 ( incluye el IVA). El éxito es nivelar para arriba, inyectar más tecnología, arriesgar y obtener más rindes", señala.

Concretó un acuerdo con palm y armó una red que le permite estar conectado on line con todos los establecimientos que trabaja: 60.000 hectáreas propias y el resto, arrendadas. Su esquema es la integración vertical. Los Grobo están en cada paso de la cadena, desde la siembra a la exportación sin intermediarios. La escala les permite negociar desde otro lugar. Otra ventaja: el crecimiento no fue vertiginoso y su empresa tiene poca deuda.

Gustavo Grobocopatel se levanta a las 6 y se acuesta a las 22.30. ¿Por dónde pasan sus preocupaciones? "En ser creativo, emprendedor. Me la paso estudiando y nunca es suficiente", confiesa.

Reparte el tiempo entre el campo y otras firmas vinculadas como la flamante Bioceres, la empresa de biotecnología que fundó junto a 60 productores. Dice que recibe 150 mails por día. Por suerte, aún los puede contestar .