Un límite al crecimiento
En seis años se redujo a la mitad la venta de semillas certificadas de trigo y de soja; muchas empresas decidieron desactivar sus programas de desarrollo de nuevas variedades.
El crecimiento exponencial de la utilización de semilla ilegal y la extensión del uso propio amenazan con retrasar la incorporación de nuevas variedades que mejoren la productividad del agro argentino.
Según datos de la Asociación Argentina de Protección de las Obtenciones Vegetales (Arpov) apenas el 16 por ciento de las semillas utilizadas en la siembra de soja son certificadas. Es decir que sobre unas 19,5 millones de bolsas, apenas tres millones pueden acreditar un origen cierto.
En trigo, ese porcentaje llega al 21 por ciento, lo que equivale a unas 2,8 millones de bolsas, sobre un potencial de 14 millones.
Del porcentaje que no ha sido certificado, se calcula que en ambos cultivos apenas el 40 por ciento corresponde al uso propio, que está autorizado por la ley 20.247 aprobada hace 30 años.
El resto forma parte del mercado negro que, paradójicamente, se lo conoce como de "bolsa blanca".