Por alza de costos y caída de precios hay un fuerte ajuste en el campo
La sequía también afecta el negocio. Los que arriendan están más comprometidos.
Por primera vez en mucho tiempo la rentabilidad del negocio agrícola está en jaque. Los cálculos oficiales y privados son coincidentes: debido al fuerte retroceso de los precios internacionales, que en el caso de la soja fue de 45% desde junio, y a una no menor suba de los insumos, los chacareros pampeanos tendrán que hacer malabares esta campaña para no perder plata. Solo zafarían -si esta película quedara congelada- aquellos que trabajen sus propios campos o logren altísimos rendimientos.
La crisis financiera mundial y su correlato en el mercado de granos desencadenó un fuerte proceso de ajuste al interior del negocio agrícola, el que provee la mayor cantidad de dólares a la Argentina. Los efectos de la caída de los precios impactan en todos los sectores, incluido el Estado. Pero colocan en situación de vulnerabilidad particularmente a un actor clave: el productor que siembra sobre tierras alquiladas. Entre 60% y 70% de la pradera pampeana se trabaja bajo esa modalidad. Lo hacen grandes grupos como el que dirige Gustavo Grobocopatel. O arrendatarios tradicionales chicos, como el entrerriano Alfredo De Angeli.