Festuca mediterránea, herramienta estratégica en la base forrajera
Un germoplasma de creciente difusión en la Argentina en una especie clásica como la festuca alta ofrece varias ventajas a la producción forrajera para sistemas pastoriles, que la diferencian de los cultivares habitualmente usados en el país.
La festuca alta, la reina de las gramíneas forrajeras ha tenido gran difusión en la Argentina a partir de una nueva y mejor genética, liderando en los últimos años el consumo de gramíneas forrajeras templadas perennes. Pero en los últimos años, ha surgido un germoplasma de origen africano y europeo: las festucas mediterráneas. Se trata de un cultivar distinto a los habitualmente conocidos de esta especie en los sistemas pastoriles argentinos, sembrados mayoritariamente con festucas continentales, como también sucede en el mundo.
Estas festucas mediterráneas se destacan por su buen crecimiento invernal con temperaturas mínimas similares a las del raigrás perenne, duplicando la tasa de crecimiento del pasto en invierno, respecto del germoplasma continental. A ello se agrega su mayor persistencia en el verano ante el stress hídrico y térmico ya que presenta un mecanismo de latencia estival entrando en dormición ante estas condiciones poco favorables.