Y las vacas se sacan la sortija
En el tambo calesita de Don Aladino, en Marull, Córdoba, se puede ver el alto potencial que tiene la intensificación de la lechería argentina.
Colocar la lechería argentina en lo más alto del podio mundial fue una aspiración que desde siempre sostuvo un visionario de la actividad como fue don Aladino Scolari. Un innovador que supo recorrer el mundo e implementar en su zona, el noreste de la provincia de Córdoba, los avances que marcaban el rumbo en la producción tambera. Esa visión de ir siempre un paso más adelante fue dejando herederos, que tomaron la posta para llevar aún más arriba la lechería en el país.
Uno de los establecimientos que llevan con orgullo ese estandarte es Don Aladino SA, situado en Marull, 130 kilómetros al noreste de Córdoba capital. En 240 hectáreas de lo que fuera parte del campo familiar, se erige una de las vedetes de la lechería. La llaman la calesita. Es un sistema con plataforma giratoria computarizada que permite ordeñar hasta 250 vacas por hora, con control del estado y de lo que produce cada animal en cada turno.
Desde hace nueve años el tambo está en manos de Raúl Barrea, yerno de Aladino Scolari, y sus dos hijos, Nicolás y Ramiro Barrea. “Fue un gran transmisor de esa pasión por la actividad al resto de la familia”, señala Raúl sobre el padre de su esposa.