Cría entre los pinos
El pastoreo rotativo sobre forraje natural y la poda permitieron reducir el impacto de los incendios. Pedro Eduardo Valls tiene en marcha desde hace casi 30 años un modelo silvopastoril en su establecimiento La Yunta.

A esa altitud ya no hay especies nativas; sólo los pinos implantados, con buenas prácticas de manejo, han permitido hacer más eficiente el uso del agua que aporta un régimen de lluvias de más de 900 milímetros al año. Evitan la escorrentía e interrumpen la degradación de los pastizales de esta zona serrana semiárida, donde la stipa y la festuca gobiernan la escena.
Bajo estas condiciones, Pedro Eduardo Valls tiene en marcha desde hace casi 30 años un modelo silvopastoril en su establecimiento La Yunta.
“Este sistema con labores culturales de poda y pastoreo racional nos ha permitido bajar el índice de peligrosidad de los incendios, por disminución del material combustible seco y mayor humedad relativa del medio ambiente. El manejo junto con la eliminación del material combustible vertical de los árboles, mediante podas, nos ha permitido extinguir focos de incendio que de otra forma podrían haber generado daños totales”, sostuvo Valls en diálogo con La Voz del Campo.
Poco para quemar
Dentro del establecimiento, un macizo implantado en 1992 muestra algunas huellas mínimas que dejó un incendio en junio de 2011, cuando se quemaron 250 hectáreas. “El fuego no encontró combustible para hacer daño y hoy las pasturas naturales están recuperadas. Los pinos, por su parte, tienen una corteza resistente y la ausencia de ramas evita que el fuego suba hacia la copa”, reconoció el productor.
Hoy en esos lotes ya hay hacienda pastando y la evolución de las pasturas es óptima.
En noviembre pasado, 30 hectáreas con plantaciones de nueve años también fueron atacadas por el fuego. “La humedad en el suelo hizo que sus efectos fueran reducidos y hoy hay una buena recuperación del recurso”, destacó Valls.