El lento ocaso del girasol

A pesar de que es un cultivo clave en el norte de la Región Centro y que el clima está acompañando, se proyecta una nueva caída en la cosecha. Las causas de un declive que lleva 15 años.

El lento ocaso del girasol
16deEnerode2014a las06:38

A pesar de que competidores directos como Ucrania y Rusia tienen una cosecha récord de girasol, la cadena girasolera argentina va camino a una nueva decepción: el área de siembra cayó un 18%, en comparación con el ciclo pasado, y la Asociación Argentina del Girasol (Asagir) advierte que podría ser la peor campaña en 40 años.

La coyuntura del cultivo golpea, además del sudoeste de la provincia de Buenos Aires, la principal zona girasolera del país, el entramado productivo del norte de la Región Centro, que en buena parte depende de los ingresos que genera un cultivo que tiene una tolerancia mayor frente a condiciones agronómicas muy complicadas, como el estrés hídrico.

En realidad, la menor cosecha que se proyecta para este año (el USDA estima 2,7 millones de toneladas, contra 3,1 millones de toneladas que se levantaron en el ciclo 2012/13) es la continuidad de más de una década de fuerte contracción del cultivo. Del girasol salen dos productos de importante valor agregado: el aceite y la harina, que es un insumo forrajero para la producción de carne y leche.

En 1999, la Argentina producía 2,4 millones de toneladas de aceite de girasol y 2,5 millones de toneladas de harina. En el 2012, en cambio, la producción de aceite fue de 1,5 millones de toneladas y se logró un volumen casi idéntico de harina, según los datos que recopila un informe de Julio Calzada, jefe de los economistas de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). Estas cifras implican un retroceso del 40% en 14 años.

Hasta el 2004, la cadena del girasol argentina tenía un fuerte liderazgo en el mercado internacional. “Era el segundo productor mundial de harina de girasol y el principal exportador. Hoy somos el cuarto país a nivel mundial”, señala Calzada. En 1999, por ejemplo, se exportaron 2,3 millones de toneladas de tortas, pellets y harina de girasol, contra algo más de 500.000 toneladas que se vendieron globalmente de la campaña 2012/13.

Un trabajo de Jorge Ingaramo, asesor económico de Asagir, también recuerda que hasta 2004/5 la Argentina contaba con el 35% del mercado mundial de aceite de girasol y unos años antes (2000/2001) llegó a poseer el 73% de las ventas globales. “En la actualidad, según proyecciones propias, podríamos llegar apenas al 8% de las exportaciones mundiales en 2014”, adelanta Ingaramo, quien cuenta que Ucrania se quedaría con el 57% del mercado y Rusia con el 20%.

En el norte de Santa Fe hay muchas ciudades y pueblos para los que el girasol es estratégico. “La nobleza del cultivo ante situaciones de estrés hídrico y su estabilidad de rendimientos lo posicionan en estas regiones como la única alternativa agrícola, o la más segura, incluso frente a la soja”, destaca el asesor de Asagir. Además, hay toda una cadena de procesamiento, acopio y distribución especialmente adaptada a las necesidades del cultivo.

En la coyuntura actual, los productores piden que el Gobierno baje las retenciones a las exportaciones (en la semilla son del 32% y en el aceite y la harina del 30%) para volver a impulsar el cultivo. Pero la caída en la cosecha girasolera, explica la bolsa rosarina, se relaciona con varias causas que golpearon a esta cadena en los últimos quince años.

Al final de la década del 90’, se derrumbaron los precios internacionales del aceite y la harina de girasol, a partir del aumento en la oferta de aceite de palma, un cultivo de fuerte producción en el continente asiático. Este escenario global afectó la rentabilidad de los productores argentinos. A la salida de la convertibilidad, en 2001, además, era más conveniente priorizar la soja que el girasol por sus menores costos directos y mayores márgenes por hectárea.