Derivados agrícolas, negocio por partida doble
La burlanda, un subproducto de la destilería de maíz, incrementa la oferta para la producción de leche y carnes.
En el patio de comidas del tambo de alta producción, el mixer espera para entrar en acción. Primero recibirá al rollo de alfalfa, en su calidad de fuente de fibra; luego el expeller de soja, en su rol de proveedor de proteína, y por último a un doble abastecedor de proteína y energía: la burlanda. Derivada de la industria del bioetanol, sobre la base de maíz, el alimento es un proveedor barato de energía y proteína, tres veces más que el propio grano de maíz.
Además de ser económico, hoy su oferta en la provincia supera a la demanda. La razón: la producción de bioetanol que tienen en marcha las plantas ubicadas en la ciudad de Córdoba (Porta), Río Cuarto (Bio 4), Alejandro Roca (Promaíz) y Villa María (ACA Bio) aporta un volumen diario de cuatro mil toneladas de burlanda. Debido a la magnitud de este stock, las industrias están buscando clientes en otras provincias. En los próximos días, cuando la planta de Diaser se ponga en funcionamiento en San Luis, la disponibilidad será aún mayor en la región.
Por ser un producto perecedero, con 65 por ciento de humedad, el flete tiene fuerte incidencia; en una distancia de 500 kilómetros el traslado puede representar el mismo valor que el producto, que tiene un precio de 400 pesos por tonelada.
Dos en una
Por cada tonelada de maíz que las plantas de bioetanol procesan se obtiene una tonelada de granos húmedos de destilería con solubles (WDGS), con 65 por ciento de humedad. La burlanda seca (DDGS) es el mismo producto, pero con 11 por ciento de humedad. Por cada tonelada de maíz se obtienen 300 kilos de este alimento.
La incorporación de estos nuevos insumos en las raciones bovinas fue parte del temario que incluyó la Quinta Jornada Nacional de Forrajes Conservados, que concluyó ayer en el Inta Manfredi.