En el campo, el futuro ya llegó

Robots, satélites, moléculas inteligentes, software y hardware a diestra y siniestra. Sin embargo, lo que se viene es más impresionante aún.

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Lo que viene exigirá además cambios sociológicos y educativos de mucha profundidad. Fuente: Ambito Financiero

Lo que viene exigirá además cambios sociológicos y educativos de mucha profundidad. Fuente: Ambito Financiero

27deOctubrede2014a las08:01

Robots, satélites, moléculas inteligentes, software y hardware a diestra y siniestra... No es "2001 odisea del espacio", ni "La guerra de las galaxias", o alguna otra película de ciencia ficción; es apenas la punta del iceberg de lo que ya se está viviendo hoy en la producción agropecuaria mundial y, con algún atraso, también en la Argentina.

Sin embargo, lo que se viene es más impresionante aún y exigirá además cambios sociológicos y educativos de mucha profundidad.Por eso, "menos campo y más escritorio" fue una de las conclusiones del reciente Congreso Tecnológico de AACREA, que se llevó a cabo simultáneamente en Mar del Plata, Rosario y Santiago del Estero, y que se hace cada tres años, justamente para bucear en las principales tendencias que se proyectan para este sector productivo, tal vezel más innovador que tiene el país.

Naturalmente, el valor estratégico del campo como generador de alimentos ante el crecimiento demográfico mundial es el paraguas que más que justifica las millonarias inversiones que se realizan en búsqueda de mayor eficiencia, crecimiento de los volúmenes y abaratamiento de los productos. Pero la consigna de la "seguridad alimentaria", tanto en cantidad como en calidad, y la ruptura de paradigmas que implican las nuevas tecnologías provocan, también, discusiones profundas desde lo biológico hasta lo ético, bastante difíciles de zanjar, excepto con el tiempo.

De las discusiones más recientes, quizás la disputa entre granos para alimentos o para biocombustibles, o la más vieja sobre el uso de ingeniería genética para obtener semillas mejoradas ilustren un poco sobre la magnitud de las diferencias que provocan muchas de las novedades. Pero, a pesar de los temores que habitualmente genera lo nuevo, los avances son imparables y exponenciales.

"La agricultura tradicional genera alimentos para 6.000 millones de personas, mientras que la orgánica sólo para 3.000-4.000 millones, ¿Cuál elegimos?", desafió Víctor Sadrás, del Instituto de Investigaciones de Australia.

Para agitar un poco más el avispero, se sumó el ministro Lino Barañao, titular de la cartera de Ciencia y Técnica de la Nación, quien, tras destacar el reto que enfrenta el mundo, que debe producir un 70% más con prácticamente los mismos recursos (naturales) que hoy, afirmó que "la agricultura tal cual la conocemos se basa en variedades genéticamente modificadas al azar, provocadas por las propias mujeres que las iban a recolectar. Por eso, a mí me parece que la biotecnología aplicada al agro es un tema central, pensando en las aplicaciones que mejoran la calidad de los alimentos". Para dejarlo más claro aún, Barañao consideró como un "desafío" transformar los pensamientos que resisten estos productos. "Aunque el rechazo no tiene fundamento científico, está muy asentado en ciertos grupos", afirmó.

Compromiso ambiental

Pero los temas polémicos y la ruptura de arquetipos fueron casi una constante a lo largo de todo el congreso. De ahí que casi no sorprendiera Esteban Jobbáby, investigador del Conicet, cuando calificó la "sustentabilidad" como un mito y un concepto estático, al que hay que ir transformando hacia el "compromiso ambiental", que es dinámico. "No hay nada 'sustentable'. La realidad histórica siempre hizo trizas cualquier forma de sustentabilidad. Lo único que se sustentó es el progreso. Siempre la solución de hoy es el problema de mañana. Huimos hacia delante, porque vivimos en un mundo insustentable", dijo.

De ahí a "bajar" estos conceptos directamente al campo productivo fue un solo paso, tan sorprendente en lo pragmático como lo había sido en el campo de las ideas. Desde la posibilidad de tener "animales de diseño",seleccionados por todos sus genes, hasta los sistemas de riego "inteligentes" capaces de discriminar entre plantas de cultivo y malezas, o los sensores para pulverizar con herbicidas sólo las malezas, fueron algunas de las herramientas que ya están a la vista.

Por supuesto que sigue el mejoramiento genético vía marcadores moleculares, rescate embrionario, etc., o la profundización de la ingeniería genética con más genes apilados, ahora para control de enfermedades y plagas, todo lo cual permitiría superar holgadamente el incremento de rindes agrícolas que hoy promedian el 1% anual.

Más drones, más satélites, Google glasses para identificación de plantas (u otras aplicaciones), sistemas de monitoreo concentrados en una "big data"; telemetría vía celular a computadora para manejo remoto de equipos, los robots ordeñadores capaces de atender hasta 900 vacas por día o las jeringas neumáticas sin agujas (más eficientes y menos dañinas) fueron apenas algunas de las infinitas técnicas disponibles o a punto de estarlo con que cuenta hoy el sector productivo mundial.

Sin embargo, el verdadero salto productivo que se destacó en esta edición del congreso va a estar dado por el conocimiento. El saber será determinante y ahí se enfrenta un doble desafío: la capacitación de la gente para poder trabajar con estas tecnologías, y la cada vez menor oferta de mano de obra en los lugares rurales.

También, como tendencia, aparece claro el cambio generacional -los nativos tecnológicos- que, junto con la búsqueda de mejor calidad de vida, está llevando nuevamente a la gente más joven hacia las zonas rurales.