En el Salado, las vacas vuelven por sus fueros

En la histórica cuenca ganadera, Rodolfo Nougués aprovecha que, ahora, muchos campos dejaron de medirse en términos agrícolas e invierte en infraestructura aun en campos alquilados.

Nougués, la semana pasada en su campo de Saladillo.

Nougués, la semana pasada en su campo de Saladillo.

29deAbrilde2015a las08:47

A los 37 años de edad, luego de trabajar 13 años en el campo familiar localizado en el partido bonaerense de Saladillo, Rodolfo Nougués recibió un llamado de su padre: quería vender los dos campos que integraban la empresa agropecuaria que manejaba.

Rodolfo tenía dos alternativas: o cobraba la indemnización y salía a buscar trabajo (esto ocurrió en el 2001, una época mala) o reinvertarse, dejando de ser un trabajador profesional (es agrónomo) para transformarse en un empresario.

El padre de Rodolfo tuvo suerte. Su hijo eligió la segunda opción y desde ahí no paró ni un segundo de trabajar con la ganadería hasta convertirse en lo que es hoy: produce en 5.300 hectáreas, de las cuales dedica 4.000 hectáreas a esta actividad (con más de 4.000 animales) y 1.300 le da a la agricultura.

“Nunca me había cuestionado cuáles eran los intereses de mis padres. Pero a partir de ese momento comprendí que un aspecto clave es entender la necesidad de los propietarios de la tierra”, comentó Nougués, quien además es integrante del CREA Arroyo de las Flores.

Con la indemnización recibida, alquiló uno de los dos campos de la familia. El padre liquidó la mayor parte del rodeo de cría e invernada, con excepción de 500 vacas, que le entregó a Rodolfo con el compromiso de saldar la deuda en el término de un año.

Vivió austeramente con los honorarios de asesor. Y se propuso reinvertir todo lo generado por el nuevo emprendimiento.

Comenzó a armar un esquema forrajero intensivo con el objetivo de aprovechar cada metro del área ganadera disponible para poder entorar la mayor cantidad posible de vaquillonas de 15 meses de edad.

Así, armó un esquema de ciclo completo con corrales de iniciación para terneros y de terminación para novillos o vaquillonas de rechazo.

A partir de 2004, los precios de la hacienda y de los granos comenzaron a repuntar. Logró alquilar el sector ganadero del otro campo familiar, que inicialmente había arrendado una tía suya, y también el área agrícola presente en esa explotación.

Se sumó que comenzó a alquilar otros campos de la zona para hacer agricultura. “En el ciclo 2008/09 sembré unas 1.600 hectáreas, pero con la sequía perdí el 30% del capital total. Lo que me salvó fue haber invertido en ganadería”, recordó.