El girasol no puede seguir esperando
Un oportuno cambio en las políticas de retenciones que afectan al cultivo de girasol aportaría una importante dosis de oxígeno a todos los productores, posibilitando la incorporación de 110 dólares adicionales por hectárea al precio que reciben a cosecha.
En el mundo crece la demanda de aceite de girasol pero la producción no logra seguirle el ritmo.
Está a punto de cerrarse la ventana de siembra de girasol en el Chaco, que este año se presenta con buena humedad. Los rindes de la campaña pasada dan aliento al nuevo ciclo del girasol primicia de Argentina, que arranca en el NEA y norte de Santa Fe, con chances de obtener buenos precios en la plaza rosarina.
Pero cada vez pesa más la carga que implica el 30% de retenciones que rigen para el aceite de girasol y el 32% para el grano. La distorsión y la quita de competitividad generadas por el tributo impactan con mayor fuerza cada campaña y se traduce en reducciones de superficie y mayores dificultades a la hora de encarar el cultivo.
La pérdida de competitividad en el campo tiene como elemento adicional para esta campaña los problemas de competencia del girasol argentino con el Mar Negro, que por su menor flete no solo abastece a la Unión Europea sino que ha captado nuevos mercados consumidores como India, Egipto, China y el sudeste asiático.
También impacta en el negocio la pérdida del mercado europeo, que paga un plus por calidad en aceite de girasol. Esto se debe a la dificultad en alcanzar los niveles exigidos por la Unión Europea en materia de residuos de insecticidas en aceite crudo de girasol -a pesar de que en el refinado ese mínimo residuo desaparece-. El tema viene siendo fuertemente abordado por SENASA, la Federación de Acopiadores y ASAGIR.