El NOA, ¿un desierto de agua salada?
La alta tasa de desmonte en el noroeste del país está íntimamente relacionado con el veloz ascenso de las napas, las inundaciones y la degradación de los suelos. ¿Existe algún manejo sustentable para revertir esta situación?
Las consecuencias del desmonte son severas.
En el Chaco Semiárido, el ascenso de napas con agua salada provoca un grave deterioro de suelos y ecosistemas. Una investigación llevada a cabo entre la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y la Universidad Nacional de San Luis (UNSL) mostró que este problema depende del balance entre la superficie desmontada, las distintas capacidades de bosques y cultivos para transpirar agua del suelo, el momento en que caen las lluvias y la existencia, o no, de cobertura vegetal del suelo. La conclusión es inequívoca: los cultivos no compensan la capacidad de los bosques perdidos para absorber el agua del suelo y devolverla a la atmósfera. De no implementarse un manejo adecuado en el marco de un ordenamiento territorial, las consecuencias podrían ser graves.
"Los bosques funcionan como grandes bombas: toman el agua del suelo y la transpiran a la atmósfera a través de sus hojas. Al desmontar, los productores quitan esa vegetación para implantar cultivos, que a pesar de que funcionan de manera parecida a los bosques, sólo están presentes una parte del año. Eso significa que existen pequeñas ventanas de tiempo en las que la precipitación llega al suelo y, al no haber una cobertura vegetal, infiltra y va directo a las napas, provocando que asciendan", explicó Laura Amdan, docente del departamento de Métodos Cuantitativos de la FAUBA al sitio de divulgación científica Sobre la Tierra.