Cómo implantar pasturas y aumentar la producción en campos bajos

Con acceso limitado a los suelos agrícolas, la ganadería se enfrenta al desafío de generar forrajes en superficies de baja calidad.

Es importante definir el lote en el que se implantarán las pasturas y conocer los tipos de suelos, identificarlos y sectorizarlos para tratarlos de manera independiente.

Es importante definir el lote en el que se implantarán las pasturas y conocer los tipos de suelos, identificarlos y sectorizarlos para tratarlos de manera independiente.

01deJuliode2016a las09:04

La ganadería en la Argentina se enfrenta al desafío de desarrollarse en suelos de bajo potencial de producción y calidad de forrajes con una distribución estacional, debido a que los campos de mayor potencial productivo están ocupados por la agricultura.

De acuerdo con Jonatan Camarasa, técnico del INTA Pergamino –Buenos Aires–, “la siembra de pasturas en los suelos ganaderos debe estar enmarcada en la planificación de la oferta forrajera del establecimiento”. Este tema, sumado a la reflexión de lo que se viene y cuál es la propuesta del instituto para la nueva etapa, será analizado en una charla de la que participarán autoridades del sector, junto con Ricardo Buryaile, ministro de Agroindustria de la Nación, y Amadeo Nicora, presidente del INTA.

Evaluar en cada lote la composición del recurso forrajero –pastizales naturales o pasturas degradadas– y la condición de las especies que lo integran será fundamental para saber si es o no necesario su reemplazo. “Por lo general, suelen estar compuestos por especies de baja productividad o valor forrajero, como el gramón, el pelo de chancho o los espartillos y malezas de hoja ancha”, detalló Camarasa.

En esta línea, destacó que se debe tener en cuenta que, si las características del suelo lo permiten, es conveniente realizar previamente uno o dos cultivos anuales para otorgarle a la pastura las mejores condiciones para su implantación. Y aseguró: “Los mejores antecesores para pasturas en base gramíneas son soja, moha o girasol, si el suelo lo permite”.

En el caso de que el suelo no permita un cultivo agrícola, Camarasa aconsejó “comenzar a preparar el lote en la primavera del año anterior a la siembra, con un adecuado control de malezas y evitando eliminar la cobertura vegetal del suelo”.

A su vez, subrayó la influencia de ciertos factores físicos y biológicos en la germinación y el crecimiento de las especies forrajeras como ser características del suelo y del clima, de las condiciones físicas de la cama de siembra y tipo de siembra, como así también de la calidad de la semilla.