Biocombustibles: una industria que enfrenta al proteccionismo

El crecimiento de los biocombustibles en la Argentina es significativo, pero el mercado externo impone restricciones que podrían perjudicar su desarrollo.

11deJuliode2018a las09:01

El desarrollo de la industria de los biocombustibles ha ido creciendo durante la última década en forma exponencial, consolidándose como un sector muy dinámico de la economía nacional y ultra competitivo. Entre los factores que contribuyeron para que esto sea así, según coinciden expertos y empresarios, deben nombrarse a las inversiones, tanto extranjeras como nacionales, como un aliciente fundamental. Eso por un lado. Por el otro, el incremento estuvo suscitado por una demanda internacional creciente, con una preocupación por la contaminación y los precios en alza del petróleo.

De esta manera, en decenas de países comenzó a exigirse la mezcla de biocombustibles con combustibles fósiles. El tercer factor que favoreció la expansión de esta industria en el país fue el beneficio que obtuvo a nivel impositivo. Estos tres elementos se conjugaron y permitieron que se establezcan las bases de una industria pujante. Hasta que vino el proteccionismo. Primero, en España y en la Unión Europea, como represalia a la compra compulsiva de YPF a Repsol por parte del Gobierno kirchnerista.

Y, más recientemente, en los Estados Unidos, que ratificó que mantendrá el nivel de los aranceles de hasta un 72% para el biodiésel argentino, lo cual, en la práctica, deja nula la posibilidad de exportar al país norteamericano. El Departamento de Comercio de dicha nación confirmó derechos antidúmping y, de esta manera, la Argentina pierde su mercado más importante. Esto golpea a una industria que se ve obligada a presionar para que el Gobierno tome medidas en los organismos internacionales.

Esta situación es similar al golpe que había recibido el sector cuando, en 2013, la Unión Europea había establecido derechos antidúmping sobre las importaciones del biocombustible. En su momento, la Argentina presentó demandas legales en el Tribunal y en la Organización Mundial del Comercio (OMC), los cuales terminaron fallando en contra de las medidas. La mejor relación entre el Gobierno de Mauricio Macri  con España y la Unión Europea, terminaron de destrabar el asunto y el biodiésel local volvió a fluir en el Viejo Continente.

Nuevos interrogantes

En este contexto, hoy la pregunta es si el mercado europeo podrá suplir la ausencia del norteamericano. Está previsto, para 2018, exportar a Europa un 65% de lo que se enviaba a los Estados Unidos por una cuestión estacional. A diferencia de lo que sucedía en el sur del país que lidera Donald Trump, los europeos no pueden usar el biodiésel argentino durante el invierno porque se les congela. En diálogo con El Cronista, Luis Zubizarreta, titular de la Cámara de Biocombustibles, remarca: "El mercado europeo es muy importante, pero nosotros creemos que es vital tener abiertos los dos y todos los mercados. Consideramos que Europa no va a llegar a traccionar el volumen que vendíamos en los Estados Unidos".

El producto proveniente del país sudamericano está ingresando a la Unión Europea a precios muy inferiores a los del aceite de colza, el principal insumo que usan los productores europeos del combustible. Gran parte de estas empresas alegan que esta decisión los empuja a la bancarrota. Raffaello Garofalo, jefe del Consejo de Biodiésel Europeo, sostiene que el impacto de las importaciones de la Argentina es mucho más grande del que se esperaba y considera injusta la decisión de reabrir otra vez el mercado para los productos nacionales.