El primer científico que sembró sin arar en la Argentina

Los ensayos del investigador Marcelo Fagioli en el INTA Pergamino sentaron el primer antecedente de la siembra directa en el país. En el marco del Día Mundial del Suelo y del 63.° aniversario de la creación del INTA, la trayectoria de un pionero.

A mediados de los ’60, realizó pruebas para evaluar la incidencia de diferentes profundidades de arada sobre la humedad del suelo, con labranza cero como punto mínimo explorado.

A mediados de los ’60, realizó pruebas para evaluar la incidencia de diferentes profundidades de arada sobre la humedad del suelo, con labranza cero como punto mínimo explorado.

04deDiciembrede2019a las17:00

A semejanza de los grandes descubrimientos científicos, un estudio de suelos que aplicó labranza cero como tratamiento testigo marcó el primer antecedente de la siembra directa en la Argentina. Fue a mediados de los ´60, alrededor de una década antes que surgieran las líneas de investigación específicas. De nacionalidad italiana, el primer científico que sembró sin arar se llama Marcelo Fagioli e hizo sus ensayos en el INTA Pergamino. Hoy tiene 90 años.

El investigador fue contratado por el instituto para llevar a cabo ensayos de fertilización nitrogenada en maíz. Pero la tarea lo mantenía ocupado a tiempo parcial. Por esta razón, inició un ensayo con el objetivo de evaluar la incidencia de diferentes profundidades de arada, incluida la labranza cero como tratamiento testigo, sobre la humedad del suelo y su efecto sobre el sistema radicular del maíz y los rendimientos.

Los ensayos fueron realizados en lotes experimentales del instituto. Fagioli hizo labranzas a 15, 30 y 45 centímetros de profundidad, mientras que la mínima profundidad explorada fue labranza cero, algo que causó bastante desconcierto.

El relato de primera mano de Fagioli: “Llamé al capataz para explicarle el ensayo. Al día siguiente, vino desesperado a decirme: ‘Doctor, ¿cómo hago para sembrar sin arar?’ Entonces, le respondí: marque el surco con un azadín muy angosto, ponga una cadena con marcas cada 20 centímetros de distancia; con un palo con punta, haga en cada una un pequeño agujero en el suelo de unos cinco centímetros de profundidad y siembre una semilla de maíz en el fondo. 

Y, como para tranquilizarlo sobre ese método de siembra tan extraño, le expliqué: mire, yo no estoy buscando medir el rendimiento de maíz, sino que me interesa ver el consumo de agua de la planta, cuáles son los momentos críticos, qué sucede cuando no hay reservas en el suelo o cuando las reservas son mínimas. Quiero obtener los primeros datos y empezar a acumular información”.

Los ensayos que aplicaron labranza cero fueron dos y se registraron en las campañas 1964/65 y 1965/66. Las parcelas aradas tuvieron trabajos culturales normales en la región, mientras que las parcelas no aradas fueron tratadas con herbicidas antes de la siembra.