Tareas en tranqueras y en bolsones: cómo se las ingenian los docentes rurales para enseñar

Ante la falta de conectividad, los docentes de escuelas rurales buscan estrategias para continuar con las clases en medio de la pandemia.

La realidad de las escuelas rurales en medio de la pandemia.

La realidad de las escuelas rurales en medio de la pandemia.

22deAbrilde2020a las06:35

Para las escuelas rurales, enfrentar adversidades es moneda corriente. Caminos anegados por lluvia, cortes de energía y falta de señal de internet, son algunos de los problemas comunes que desafían constantemente a los docentes rurales a ser creativos, estrategas y redefinir planes sobre la marcha para no dejar a los alumnos sin clases.

Actualmente, en épocas de cuarentena por el COVID-19, esos docentes rurales corren con una ventaja: su experiencia para trabajar en la distancia. 

Ver también: Aprender de la educación rural en tiempos de aislamiento social

Valeria Contrera es docente de la escuela rural número 1175 “Juan XXIII”, ubicada a 130 km de la ciudad de Rosario y a 10 km de Chovet, un pueblo de Santa Fe, hace más de 12 años. Tiene 10 alumnos entre nivel inicial y primaria, todos aprenden en un mismo salón, con metodología plurigrado. Además, la escuela tiene copa de leche y comedor escolar, Betiana, la portera es quien les prepara la leche y el almuerzo todos los días, además de ayudarlos con alguna tarea cuando no puede la maestra.

Apenas se decretó la cuarentena y se enteraron que no podían ir más a la escuela, se apenó mucho, pero, tal como le contó en entrevista a Agrofy News, están acostumbrados a trabajar separados: Nunca se sabe cuándo va a venir una tormenta. En el camino tenemos 10 km de tierra entonces con la lluvia muchas veces se tornan intransitables. Cuando esto ocurre nos comunicamos por Whatsapp. Pasamos las actividades y ellos las trabajan con cuadernillos, tienen los manuales de cada área que les brinda la escuela” .

Los bolsones, un momento de encuentro

Una de las dificultades más grandes que presentan es que a veces no pueden comunicarse, ya que la escuela está en el medio del campo, no tiene internet, no tienen señal en los celulares, o se quedan sin carga. “Esto es día a día. Hay días que podemos hablar perfectamente y días que no. Estamos acostumbrados a trabajar a la distancia pero siempre períodos más cortos, ahora va a ser un mes que estamos sin clases presenciales, es algo nuevo”.

Otro aspecto que tuvieron que cambiar con la cuarentena es el comedor escolar. Al principio hicieron viandas y después comenzaron con bolsones de alimentos no perecederos, los cuales las familias retiran semanalmente: “Con esos bolsones se mandan las fotocopias de las tareas para que los chicos realicen en las casas. Asimismo, a veces los papás nos traen las tareas hechas de la semana anterior para que podamos corregir. Es un ida y vuelta”. Si bien entonces la conectividad suele resultar un problema, están siempre en contacto, una vez por semana cuando las familias retiran los bolsones de comida.