Huella de Carbono y Siembra Directa, uno de los ejes del Congreso Aapresid
En una economía global marcada por el cambio climático la medición de Huella de C cobra relevancia en el Agro y ofrece a Argentina la chance de liderar una agricultura superadora.
La adopción de la Siembra Directa (SD) en más de un 90% de la superficie agrícola coloca a la Argentina en una posición ventajosa.
Indefectiblemente la agricultura genera emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) como el óxido nitroso (N2O), metano (CH4) y CO2. Pero a la vez permite quitar CO2 de la atmósfera y retenerlo en suelo bajo la forma de C orgánico, gracias a un motor clave: la fotosíntesis de los cultivos. El balance entre emisiones y secuestro de GEIs se conoce como Huella de carbono (C).
Miguel Angel Taboada – especialista de INTA que participó como asesor del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en la elaboración de su último informe anual – explica que “las metodologías para estimar la Huella de C son cada vez más comunes, y el agro no es la excepción”.
La adopción de la Siembra Directa (SD) en más de un 90% de la superficie agrícola coloca a la Argentina en una posición ventajosa. La ausencia de labranzas permite reducir las pérdidas de C por mineralización y aumentar su secuestro en el suelo.
Pero según estimaciones del equipo de Taboada en campos de productores de la Chacra de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) Pergamino, la Huella de C también varía con el manejo. Con la ayuda de modelos de simulación, se estimaron las emisiones netas de GEIs de secuencias simples basadas en soja y de planteos con alto tiempo de ocupación mediante gramíneas y leguminosas para grano, diversos cultivos de servicios (CS) y pasturas, todas ellas en SD.