Fertilización para la fina y la gruesa: la visión de uno de los principales expertos en nutrición de cultivos
Martín Díaz Zorita destaca que, en un año con escasez hídrica, la fertilización hace más eficiente el uso del agua.
Una de las características que está marcando el desarrollo de la campaña 2020/21 es el déficit hídrico. El trigo y la cebada arrancaron el ciclo con buenos perfiles de humedad en todo el país tras los aportes de precipitaciones que dejó el verano; pero, a excepción de Buenos Aires y parte de La Pampa, en la zona núcleo y en el resto de la región pampeana las lluvias han sido de escasas a nulas a partir del otoño.
Por eso, la producción de cultivos finos está en riesgo en gran parte del país, y este panorama climático también enciende la alerta para la temporada gruesa que ya comenzó con las primeras implantaciones de maíz.
Vale recordar, en este contexto, que el aporte de las lluvias también es un aspecto clave para la incorporación de nutrientes que fortalecen el rendimiento y la calidad de los cultivos; por ello, este escenario de escasez hídrico obliga a ajustar los manejos y la estrategia de fertilización.
Según Martín Díaz Zorita, uno de los principales expertos en nutrición de cultivos de la Argentina, lo que ha venido demostrando hasta ahora la campaña triguera es la necesidad de anticipar las estrategias de nutrición, ante el riesgo de años como el actual con déficit de precipitaciones.
“Cuando hay una buena recarga en los perfiles a la siembra, es importante reforzar la fertilización en ese momento para favorecer la incorporación de los nutrientes. Para esta campaña ya se veía con riesgo la posibilidad de incorporarlos en macollaje”, manifestó el experto.
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Desde su punto de vista, hay casos concretos que muestran la efectividad de esta estrategia y se están viendo en lotes sembrados en el oeste de Buenos Aires y en La Pampa, que tuvieron una buena condición hídrica inicial que se aprovechó para una adecuada fertilización, y hoy están soportando mejor los efectos de las bajas temperaturas ocurridas en el invierno y exhiben un activo crecimiento.
“A esta altura del ciclo, asoma difícil la posibilidad de corregir deficientes nutricionales. El balance termina arrojando que es más que un costo que un beneficio, porque el vehículo de ingreso es el agua, que no está llegando en cantidades suficientes, y el cultivo sigue creciendo”, afirmó Díaz Zorita.