Desde Tandil, un tambo que se acopla al avance de la ciudad: buscan certificar el balance positivo de carbono

La Chacra Don Ángel se presenta como un espacio productivo donde combinan educación y agroturismo.

Desde Tandil, un tambo que se acopla al avance de la ciudad: buscan certificar el balance positivo de carbono
15deEnerode2021a las11:29

Una geografía diferente en el sistema de Tandilia ofrece para la lechería una producción distinta. Justamente en la ciudad de Tandil, en la zona media del trazado urbano, hacia el lado norte donde se da el crecimiento de la localidad que tiene un límite para la construcción por debajo de los 200 metros sobre el nivel del mar, hay un tambo que convive y subsiste en ese entorno. 

“Nosotros sobrevivimos esforzándonos mucho cada día en generar empatía con el entorno que nos rodea, es así que hicimos un convenio llamado TESDA con la Universidad Nacional del Centro, para generar intercambio de saberes, cumpliendo un rol social y educativo. También nos  vinculamos con el Clúster Quesero y el Municipio de Tandil, abriendo las puertas en el circuito llamado Ruta del Queso Tandilero, y participamos del Grupo de Cambio Rural Turismo Tandil, agregando a la ciudad una oferta de turismo familiar y educativo, para recorrer en el mismo la cadena láctea, producción, industria y comercio", cuenta José María Cano.

Con 120 hectáreas, nueve fueron destinadas al desarrollo de un espacio deportivo, Amador López (EDAL), con nueve canchas de futbol 11, brindando servicios a los clubes de Tandil, torneos de la Universidad y dos intercolegial es al año, en incluso en 2015 hizo ahí su pretemporada la primera de Boca Juniors. De las 109 hectáreas que le quedan al tambo, en el modelo productivo se ordeñan 200 vacas que llegan a unos 5.700 litros diarios y en verano por efectos climáticos bajan la carga a 175 vacas, alcanzando unos 4.300 litros, con genética es cien por ciento Holando Argentino.

Al tambo lo fundó un español en 1957, que a sus 30 años vino a vivir a Argentina, y enamorándose de este lugar tomo la decisión de invitar a su novia española. A la usanza de aquellos tiempos lejanos, se casaron por poder, recibiendo el sacramento del matrimonio en cada país, y nueve meses después llegó su esposa para acompañar el emprendimiento que hoy lleva adelante su yerno desde 2011

Cano es ingeniero agrónomo con experiencia como asesor técnico regional de Aapresid y en CREA, apuntando a generar estrategias para la complementación urbana-rural. 

“En 2016 decidí abandonar todo lo que sea fitosanitarios, por una cuestión de convivencia con los vecinos. Este es un campo que terminó siendo agroecológico, que, a diferencia de orgánico, continuamos comprando alimento balanceado y el maíz de silo viene de otro campo propio. Es un sistema que está armado así y que cada vez está más observado”. Cano asegura “yo me quiero quedar a vivir acá, que este sea mi lugar rodeado de vacas, trabajamos mucho para hacer eso, hoy estamos rodeado de desarrollos inmobiliarios y para eso tengo que hacer todo perfecto para cumplir con la comunidad que nos circunda”.