¿Tendencia o realidad? Por qué habrá un boom de huertas comunitarias en los barrios cerrados
Ya sea por sustentabilidad, autoabastecimiento o pasatiempo, la instalación de huertas propias vivió en el último tiempo un auge en la población urbana y semiurbana.
Haras del Sol, un barrio privado ubicado en Pilar, destinó 1500 metros cuadrados para cultivar verduras, especias y hortalizas. “Es una idea y un desarrollo 100 por ciento de los vecinos”, explica Ricardo Sarinelli, director comercial del barrio. Al tratarse de un country administrado por los dueños de los lotes, los espacios comunes pertenecen a los vecinos, por lo que la huerta es, realmente, “de todos”.
Según cuenta, todo comenzó luego de que la mitad de las familias del barrio decidieran plantar árboles frutales y sembrar verduras en sus lotes privados. “Cada uno de nosotros fuimos generando nuestra propia huerta en función de los conocimientos precarios que teníamos, y armamos una comisión de vecinos para reunirnos periódicamente y charlar sobre lo que íbamos haciendo”, relata.
Esa medida generó un gran interés en el resto de los habitantes del lugar y, hace seis meses decidieron crear una huerta comunitaria para el barrio. El objetivo es doble: por un lado, brindar capacitaciones sobre el desarrollo de cultivos orgánicos y, por el otro, proveer alimentos al restaurant del Club House.