Sapo de otro pozo: en cuántos años recupera un productor argentino la inversión de comprar un campo

No es lo mismo ser del campo que tener campo

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Sapo de otro pozo: en cuántos años recupera un productor argentino la inversión de comprar un campo
22deSeptiembrede2021a las09:48

Sapo de otro pozo

Cuando algunos inversores que no son del sector agropecuario se encuentran con un importante monto de dólares disponibles, una de las decisiones más habitual es la compra de tierra. La pregunta que muchos nos hacemos ¿Por qué hacen esta apuesta? ¿Habrán hecho los números de rentabilidad o serán otras variables las que finalmente pesa sobre esta decisión?

Lo primero que hay que saber que los valores de los campos son estables en dólares, con una tendencia hacia el alza, por ejemplo, un buen campo agrícola en la zona núcleo hace 20 años valían aproximadamente 10.000 U$S/ha, con la baja de los costos de producción (de la mano con la siembra directa) y el aumento del valor de los commodities agropecuarios, fueron valorizándose en forma progresiva, pagándose hace 10 años en algunos casos por el mismo campo hasta 17.000 U$S/ha. Hoy esos valores a causa de la incertidumbre política y de la baja actividad económica tuvieron una baja, ofreciéndose en la actualidad por el mismo 15.000 U$S/ha pero sin duda es tema totalmente coyuntural.  

Esta posibilidad de conservar el valor del capital original en dólares billete y el respeto Constitucional sobre la “propiedad privada” (Aunque alguna acción del actual Gobierno lo ponen en duda) es el primer atractivo para muchos inversores que no son del sector. El segundo atractivo, es que, a pesar de su baja rentabilidad sobre capital invertido, tiene una enorme potencialidad para la mejora: ante un cambio en la política económica, con una menor presión impositiva (Hoy el Estado se lleva el 80 % de la renta agropecuaria) y con mercados más transparentes, el campo es el que daría una repuesta inmediata a estos estímulos.

Por último, este es un sector generador de algo esencial para la población como es el alimento, la pandemia reciente nos demostró que la gente puede dejar de comprar ropa, combustible o prohibirse algunas salidas recreativas, pero lo que no puede hacer es dejar de comer, lo que asegura de algún modo, que siempre habrá un comprador.

En resumen, aunque la rentabilidad sea baja, para un inversor que no es del sector (que no vive de su explotación), el conservar su capital y tener una potencialidad de renta hacia el futuro, hace que en definitiva la inversión sea atractiva.