Entre arañas y víboras por US$ 1400 a la semana: los dos argentinos que emigraron a Australia y conocieron la “dura” realidad del campo

"Siento que estoy en contacto con el peligro todo el tiempo”, describe Carla sobre su trabajo actual en un establecimiento productivo

Entre arañas y víboras por US$ 1400 a la semana: los dos argentinos que emigraron a Australia y conocieron la “dura” realidad del campo
26deEnerode2023a las11:28

Carla Beltramini (29) es oriunda de Concepción del Uruguay, Entre Ríos. A los 7 años se fue a vivir a Gualeguaychú y diez años después a Capital Federal para estudiar Comunicación Social en la UBA, donde se especializó en marketing digital. Conoció a Santiago, se casó y decidieron cumplir un sueño juntos: viajar a conocer el mundo. 

“Estamos juntos hace diez años y siempre quisimos viajar para ver cómo es trabajar en otro lado, en otra cultura. Primero estuvimos un año y medio en España, en Barcelona y Mallorca y luego decidimos aplicar a la visa Work and Holiday para venirnos a Australia. Es hasta los 30 por eso dijimos es ahora o nunca”, contó Carla en entrevista con Agrofy News.

Cómo es trabajar en un campo de Australia

Llegaron a Australia el 27 de noviembre, estuvieron una semana en Sidney y el 5 de diciembre comenzaron a trabajar en una granja al sur de Nueva Gales del Sur, donde se produce maíz, trigo y algodón: “Una vez que nos dieron nuestro número de teléfono australiano, el banco, publicamos nuestra presentación en diferentes grupos de Facebook, que es la modalidad que se usa acá para conseguir trabajos para extender la visa. Así fue que nos llamaron nuestros jefes y empezamos”. 

“Tenemos la visa por un año y si queremos quedarnos otro año más tenemos que trabajar 88 días. Nos ofrecieron distintas opciones, en distintas zonas. Lo ahorrado en ese tiempo nos va a servir para seguir viajando”, explicó.

El primer mes y medio de trabajo, a Carla la asignaron para la cocina de la granja: “Tenía que preparar la comida para los trabajadores del campo que estaban en plena cosecha de trigo y llevársela adonde estaban”. 

Hace dos semanas, comenzó a trabajar con su pareja en el sistema de irrigación del lote y tienen que cumplir turnos de 12 horas seguidas: “Se trabaja muchísimo. Arrancamos entre las 19 o 22 horas, hasta las 7 de la mañana.  Me gusta que estoy al aire libre, es dinámico y en el turno noche no hace tanto calor. Lo que no me gusta es que siento que estoy en contacto con el peligro todo el tiempo”, detalló la comunicadora.

La irrigación se realiza por sistema de sifones y canales de agua. “Ahora estamos con maíz. Como las temperaturas son altas se riega constantemente: se termina una parte y se sigue con otra”.

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Campo en Australia vs. campo en Argentina 

Carla contó que antes de llegar a Australia tenían “cero conocimiento del campo” y que esta experiencia le abrió los ojos. Algunos de los comentarios que recibió al contar su historia en Twitter referían a sí haría esto en Argentina. Ella respondió: “Por el momento no es mi objetivo, pero me parece super interesante, no conocíamos lo que era un ritmo de cosecha. Es algo totalmente nuevo y nos sorprendió la cantidad de horas que se trabaja en el campo. Entendemos que en Argentina es igual pero esta es nuestra primera experiencia en el campo. Es duro, nos cayó la ficha”.

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Algunas críticas se centraron también en comparar las condiciones laborales de los trabajadores en Australia y en Argentina. Algunos consideran que este ritmo es de “explotación” y a otros les parece que está bien pago. Carla detalló que actualmente trabajan con un contrato en blanco, pueden tomarse los días libres que quieran y ganan hasta 2000 dólares australianos (US$ 1420 americanos) por semana: “Solo debemos pagar 40 dólares australianos de alojamiento cada uno y la comida (gastamos 370 dólares en la última compra y nos alcanza para 15 días)”.

Algo que les sorprendió a ambos en su experiencia en el campo es que algunos de sus compañeros locales no conocen el mar (está a 5 horas en auto) y otros nunca se tomaron vacaciones en su vida.

Carla resaltó que el objetivo de su posteo no era comparar, sino dar información: “Amo Argentina y mi objetivo del posteo era solamente contar mi experiencia para los que quieran venir a vivir algo similar”. 

Canguros sí, víboras no

Una de las cosas que más le disgusta a Carla del trabajo en el campo es tener que lidiar con arañas y víboras: “Sabía que había en el campo pero no me imaginaba que era cierto”. 

Y contó una anécdota reciente: “Trabajando de noche la única forma de iluminarnos es con linternas de cabeza, las luces propias de la camioneta y algunas otras extra. Estaba haciendo el trabajo de irrigación y cuando voy a hacer el sistema de vacío con las manos, de repente sale una víbora de la punta del caño. Básicamente salí corriendo, que es lo que te dicen que no tenés que hacer. Lo bueno es que la víbora estaba metida en el tubo y no tenía capacidad de reacción. La pasé muy mal la verdad. Hay que tener mucho cuidado con todo lo que tocamos”. 

Si bien la situación le preocupa, está tranquila que el riesgo no es alto: “Si una araña me pica se harán cargo de llevarme a que me vean, pero creo que solo podría picarme durmiendo porque durante el día las ves, no es tan grave”. 

Más allá de los peligros y el agotamiento, Carla destacó algunos aspectos positivos del trabajo: “Está lleno de canguros, vemos unos amaneceres y atardeceres increíbles y lo bueno es que conocemos mucha gente, ahora estamos con una pareja de franceses, estuvimos con unos chicos de Israel, de Polonia y los locales de Australia”.

Su objetivo es trabajar hasta mediados de marzo, donde cumple los 88 días, comprarse una van y continuar recorriendo el país: “Nos gustaría ir a la costa oeste”, expresó. 

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