Afirman que hay que extremar recaudos

15deOctubrede2002a las08:23

Los brotes de la aftosa están controlados y hay que persistir en ese camino

El 8 de agosto de 2000 se recuerda como el día en que se inició la peor pesadilla para el mundo ganadero que repercutió también fuertemente sobre la economía del país.

Como consecuencia del ingreso en Formosa de diez vacunos provenientes de Paraguay se dictó el alerta sanitario -técnicos del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) afirmaron que los animales presentaban "serología positiva" respecto de la aftosa- e inmediatamente se cerraron las fronteras con el país vecino.

Fue ése el primer momento en que se tensaron las relaciones con el gobierno paraguayo, que nunca aceptó "la historia oficial argentina" de que los animales enfermos habían salido de ese país.

Mientras ello ocurría, lo cierto es que al poco tiempo crecieron las voces -fundamentalmente por parte de productores- que alertaban que el virus se diseminaba por varias zonas del país.

Los sucesos son por demás conocidos. Como la Argentina había logrado en marzo de 2000 el máximo status internacional (país libre de aftosa sin vacunación) se decidió por "razones de Estado" ocultar la enfermedad. No obstante, en febrero de 2001 la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) denunció públicamente la presencia de 300 focos en Buenos Aires y La Pampa.

La situación se tornó insostenible y en marzo de ese mismo año comenzaron a cerrarse los principales mercados externos. Estados Unidos, Canadá y Taiwan encabezaron la lista. Les siguieron la Unión Europea e Israel. En el transcurso de ese mes se perdió el 95% de los mercados.

La industria exportadora quedó al borde del colapso, se perdieron ingresos por cerca de 400 millones de dólares y alrededor de 5000 personas fueron suspendidas.

Recuperación

En un contexto crítico, la etapa de recuperación fue reclamada por todos lo sectores. Bernardo Cané, de nuevo al frente del Senasa, decidió la vacunación masiva y obligatoria de todo el rodeo argentino mientras se detectaban 300 focos por semana. No obstante, a partir de septiembre de 2001 la carga virósica declinó notablemente y en enero de 2002 la Argentina declaró que ya no había brotes en todo el país.

Así comenzaron a recuperarse los primeros mercados (la Unión Europea, principalmente) y se estima que el año próximo podrían seguir ese mismo camino Estados Unidos y Canadá. Todo esto dependerá de que el país se mantenga libre de focos, aunque siga vacunando al ganado.

En estos días las relaciones con Paraguay volvieron a tensarse ante un nuevo alerta sanitario por un presunto caso de aftosa. Entonces, se decidió cerrar nuevamente las fronteras porque, según el titular del Senasa, "faltaba información confiable de la situación sanitaria desde Paraguay".

Hoy el diferendo quedará solucionado, pero hasta anoche continuaba la irritación del país vecino, dado que buena parte de sus productos agroalimentarios transitan por territorio argentino antes de arribar a sus destinos finales, por ejemplo, Chile, que pese a las sospechas sanitarias nunca bloqueó los envíos de Paraguay. El país trasandino aún permanece cerrado para nuestras carnes.

Como se ve, la Argentina pagó y continúa pagando un precio muy alto por el rebrote aftósico. Por lo tanto hay coincidencia total en la necesidad de extremar recaudos y persistir en la línea de un control férreo, aun por encima de situaciones difíciles con países vecinos.