Los productores de té ya sienten que resucitaron

04deNoviembrede2002a las08:12

Matías Longoni. ENVIADO ESPECIAL A L. N. ALEM (MISIONES)

De no haber sido por la devaluación y una oportuna ayuda del Gobierno, la mayor cooperativa productora de té del país hubiese seguido el camino de muchísimas otras empresas: la quiebra y la desaparición. Hoy, en medio de las coloradas tierras misioneras, las perspectivas son bastante distintas. La entidad va a exportar este año por unos 10 millones de dólares e incluso está incursionando en la técnica de clonación del té, el paso que le faltaba dar para obtener un producto de mayor calidad.

La de la Cooperativa Agrícola de Picada Libertad, en Leandro N. Alem, es la historia de cómo el final del dólar barato aportó el oxígeno que necesitaban con urgencia las economías regionales. En este caso la del té, que exporta por US$ 40 millones. "Con la convertibilidad veníamos perdiendo 1 millón de dólares al año. Hoy pudimos pagar gran parte de esa deuda y estamos otra vez en carrera", comentó el pre sidente de la cooperativa, Roberto Swier, un descendiente de inmigrantes alemanes que, a principios del siglo XX, supieron contrabandear las primeras semillas de té que entraron al país vía Paraguay.

Ahora a la Argentina le sobra té: con 60.000 toneladas al año es el décimo productor mundial de ese cultivo. Pero como el mercado interno no lo consume demasiado y es de baja calidad, exporta el 80% de su cosecha, sobre todo a Estados Unidos, Chile y el Reino Unido, donde en general se mezcla con otros tés de mayor calidad. Por eso vale muy poco. En promedio se obtienen 0,75 dólares por kilo, cuando el mejor producto de India o Ceilán, los productores más reputados, puede llegar a valer unos 400 dólares.

De todos modos, la producción local parece viable desde la salida de la convertibilidad. Un sólo dato alcanza para ilustrar la situación: por cada kilo de té que cosechaban, los 4.600 colonos asociados a Picada Libertad cobraban el año pasado entre 2 y 4 centavos de peso. Debido a la mejora del tipo de cambio, ahora la cooperativa les está pagando 19 centavos, y al contado. Cuando Clarín visitó esta semana el secadero —que alguna vez fue el más grande de Latinoamérica—, los pasillos desbordaban de brotes recién cosechados.

Fue clave, para volver a caminar, un empujón financiero. En este caso la ayuda provino del Fondo de Capital Social (FONCAP) del Ministerio de Desarrollo Social, un organismo que se dedica a apoyar a las micro empresas. A fines de 2001, los cooperativistas recibieron dos préstamos de 100.000 dólares para capital de trabajo (la compra de su propia cosecha al contado), que ya están casi saldados. "No analizamos los balances sino el proyecto", señaló Jorge Repetto Aguirre, del FONCAP.

Con el movimiento, se sabe, surgen nuevos proyectos. Y por eso la cooperativa está encarando ahora un plan para mejorar la calidad del té que produce, lo que permitiría al menos triplicar los precios de exportación y sus ingresos. Según los expertos del INTA Cerro Azul, que desde hace treinta años investigan el tema, esa transformación sólo será posible si se modifican los cultivos por el "té clonal". La técnica no es compleja: consiste en seleccionar las plantas con mejores características, tomar un brote y clonarlo en miles o millones de plantines, que tendrán una estructura genética idéntica. Ya lo hacen algunas grandes empresas, como Las Marías (Taragüi), pero no las cooperativas.

Swier apunta que algunos colonos sobrevivían con 1.500 pesos al año. Y que lejos está la mayor parte de haber dejado de ser pobre. Pero, al menos, ahora cobran un precio más decente por su cosecha.