La agroindustria necesita un plan
Para LA NACION
Si los Estados Unidos o la misma Unión Europea tienen sus marcos legales desde hace años, ¿cómo pensamos nosotros que podemos seguir sin una ley marco que encuadre las necesarias reformas institucionales en todos los estamentos oficiales que afectan al sector ?
El objetivo es aumentar la calidad del gasto público, desburocratizar y profesionalizar los cuadros. Hay que terminar con el tan arraigado clientelismo en la administración pública del sector.
En la cancha del comercio internacional, donde se juega un partido "grande", solamente ganan los que tienen conocimientos técnicos, una estrategia de largo plazo y una táctica para pelear el día a día.
Con olímpico desprecio por esta realidad la Argentina -ex granero del mundo- no tiene una política productiva de largo plazo ni tampoco una solidez institucional que le permita sostener un programa agresivo, serio y creíble de exportaciones agroalimentarias. La triste verdad es que no tenemos ni con qué entrar en la cancha.
Si quisiéramos competir seriamente deberíamos comenzar por discutir, antes que la reforma del Senasa -para sólo luego otorgarle la autarquía y protegerla de depredadores políticos- cuál es el marco institucional que el sector precisa para desplegar su competitividad. Reformular la misión y la estructura de la Secretaría de Agricultura, y sólo luego, en consecuencia, debatir sus organismos dependientes como el INTA y el Senasa es el orden correcto. Este sería el objetivo de la ley. Pretender lo contrario es anteponer el carro a los caballos.
Aún cuando nos rasgamos las vestiduras viendo expandir el hambre en el "ex granero del mundo", en vez de ir al meollo de la cuestión seguimos aferrados al debate de la cosa pequeña, de la política "de cabotaje". Encandilados por una indudablemente eficaz gestión frente a la aftosa -gestión que a decir verdad cobró espectacularidad gracias a la "in-gestión" de unos políticos devenidos funcionarios- nuestros dirigentes se han visto compelidos a perder el tiempo debatiendo los detalles de la concesión de autarquía a un Senasa que, excepto la bandera antiaftosa, parece carecer de una misión clara y, en consecuencia, de una organización y estructura racional para cumplirla.
Mientras en el mundo del comercio global el peso de la opinión pública obliga, en aras de la equidad moral frente a los países subdesarrollados, a revisar vacas realmente sagradas como la políticas de subsidios agrícolas de la UE y los EE.UU., algunos dirigentes argentinos pretenden mantener el debate interno al ras del piso.
Hay que tener en claro que el éxito o el fracaso de nuestros productos ante los importadores del mundo está directamente vinculado con la calidad de los mismos, y ésta dependerá no sólo del esfuerzo de cada productor individual, sino del prestigio y la transparencia del organismo sanitario que la avale.
Programa integral
No perdamos más tiempo: no es la independencia de la tesorería del Senasa lo que le dará la excelencia requerida a nuestra producción agroalimentaria, hace falta un plan integral que introduzca racionalidad en las decisiones burocráticas. Es aquí donde una "ley marco de reforma institucional", focalizada en el fortalecimiento de las instituciones, generaría la certidumbre necesaria para que la economía toda pueda construir competitividad.
Mejores instituciones, políticas de Estado generadas con el aporte intelectual del sector privado y de funcionarios responsables que prioricen los intereses del sector y de la Nación por encima de los suyos propios es lo que la gente reclama.
El autor es productor y ex subsecretario de Alimentación y Mercados.