El nuevo salto de Brasil
Brasil dió un nuevo salto en su producción agrícola: acaba de anunciar que la cosecha 2002/2003 alcanzará a 115 millones de toneladas
Por HECTOR HUERGO. Editor jefe del Suplemento Rural
Brasil dió un nuevo salto en su producción agrícola: acaba de anunciar que la cosecha 2002/2003 alcanzará a 115 millones de toneladas. Es un 15% más que el récord del año pasado, cuando por primera vez llegaron a las 100 millones de toneladas.
Son cifras aleccionadoras. Esto sucede a pesar de que Brasil tiene costos operativos más altos que la Argentina, porque allá buena parte del incremento de la producción se explica por la incorporación de nueva superficie. Y ello no sólo implica invertir en el desmonte, sino en la corrección de los suelos. Pero hay un verdadero aluvión de inversiones, desatado hace ya tiempo, y que pasó por alto al cambio de gobierno. Los miedos se disiparon cuando Lula nombró Ministro de Agricultura a Roberto Rodríguez, el paradigma del nuevo empresario agrícola. Rodríguez estuvo varias veces en la Argentina y tiene excelente relación con la vanguardia del campo, empezando por la gente de AAPRESID. Las fábricas de tractores y cosechadoras no dan abasto. Tanto, que en Agrishow, la gran exposición dinámica de Riberao Preto (en el centro del estado de San Pablo) hubo menos ventas, porque nadie quiere esperar tanto para que le entreguen un implemento.
En Brasil nadie discute si el agro es prioritario o no. El campo, en la visión de Fernando Henrique Cardoso, era una fuente genuina de divisas y la mayor posibilidad de crear empleo genuino. Por eso se propuso incorporar un millón de hectáreas bajo riego, con producciones intensivas. Pero el acento estuvo en la expansión de los grandes rubros demandados mundialmente, como la soja, el maíz y sus derivados: las proteínas animales. Hoy Brasil juega en primera en el mundial de los pollos y los cerdos (granos forrajeros y harinas proteicas con valor agregado). También, con aftosa y todo, está entre los cinco mayores exportadores de carne vacuna, donde la Argentina lideraba hasta los 70. Y el ministro de Industria es nada menos que el dueño de Sadia, una alimentaria abierta al mundo cuya especialidad son las proteínas animales.
En unos pocos rubros, la Argentina acompaña la expansión brasileña. Es lo que sucede con la soja: entre los dos grandes del Mercosur, el año pasado le empataron el partido a los EE.UU. Y ahora viene la goleada: la Argentina con 35 millones de toneladas (4 más que el año pasado) y Brasil con 50, suman 10 millones más que Estados Unidos. El gobierno norteamericano ya tiró la esponja. Sabe que no podrá competir con la producción sudamericana a mediano plazo. Y algunas empresas ya apuestan a la importación de granos forrajeros y harina de soja. Concretamente, esta semana Wilmington Bulk LLC, un consorcio de producción de pollos y cerdos instalado en el sudeste (Carolina del Sur), informó que comprará 200.000 toneladas de maíz desde la Argentina y 70.000 toneladas de harina de soja desde Brasil. Les resulta más barato que transportarlas desde el Medio Oeste. Por supuesto que las organizaciones gremiales de los farmers están poniendo el grito en el cielo, pero business is business. El consorcio que explota la terminal de Wilmington está integrada entre otros por Murphy Brown, una unidad del mayor productor de cerdos de los EE.UU., Smithfiel Foods. Esto no significa que Estados Unidos va a ser importador neto de productos del complejo soja, porque seguirá produciendo (con subsidios) y exportando. Pero demuestra que nadie puede competir con el Mercosur. Ahora los farmers quieren meter una para arancelaria, diciendo que la soja brasileña puede transmitirles la enfermedad del marchitamiento (lo cual puede ser cierto, pero para la semilla y no para la harina). Lo importante es que en Brasil nadie piensa que el agro es una cosa "primaria" y que "no agrega