La rentabilidad de la soja supera a la que generan otros cultivos
Aumenta la siembra de esa oleaginosa
Según el trabajo, elaborado por la ingeniera agrónoma María Laura González Morandi, el productor que siembra soja percibe el 17% de los beneficios, mientras que en trigo y girasol sólo le queda el 5%, y en maíz, apenas el 2 por ciento.
En las últimas cuatro campañas la producción de soja pasó de 20,2 a 35 millones de toneladas, mientras que en el maíz se redujo de 16 a 15 millones de toneladas, en trigo de 15,3 a 12,3 millones de toneladas, en tanto que para el girasol la caída fue de 6 a 3,7 millones de toneladas, según las últimas estimaciones realizadas por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (Sagpya).
"Si el campo contribuyó con la reactivación de la economía con un solo cultivo, cabría preguntarse qué sucedería si el resto de los granos tuvieran una rentabilidad parecida a la oleaginosa", señaló el presidente de Carbap, Mario Llambías. La solución, según el dirigente, no consistiría en incrementar la carga impositiva que pesa sobre la oleaginosa, sino en provocar una baja de costos para impulsar el desarrollo de otros cultivos.
Muchos productores y analistas vienen advirtiendo que si se profundiza la tendencia hacia el monocultivo (la soja ocupa el 50% del área cultivada), se está perjudicando la rentabilidad en el largo plazo de los productores, ya que los suelos se deterioran por la escasez de nutrientes que aporta la oleaginosa.
Carga impositiva
El trabajo analiza la distribución de los ingresos que genera la actividad agropecuaria tanto para el sector privado como para el Estado.
"Se advierte claramente cómo el Estado percibe (por retenciones e impuestos) en algunos casos más del doble de lo que percibe el productor, cuando éste es quien corre con todos los riesgos y es el que aporta el capital", sostiene González Morandi.
El Estado obtiene entre el 26 y el 56 por ciento de los ingresos del agro. El porcentaje mayor corresponde al girasol, mientras que el menor lo aporta el maíz. La soja contribuye con el 40% y el trigo con el 28 por ciento.
Llambías consideró que los gastos de comercialización y producción contribuyen a reactivar la economía, ya que es dinero que el campo aporta en el consumo de combustibles, fletes y reparación de maquinaria agrícola, entre otros rubros.
Esto se apreció el año pasado cuando el campo experimentó una mejora tras el aumento de los precios internacionales de los granos y la devaluación.
"Si la carga impositiva fuera menor, la parte que percibe el productor y la que se destina a inversiones y gastos de campaña serían mayores, lo que redundaría en un beneficio de la economía", opinó el presidente de Carbap.
Cristian Mira