El campo pierde competividad por la excesiva presión tributaria
Los funcionarios no tienen fundamentos para pedir el desmantelamiento de los subsidios al agro, que aplican los países más desarrollados del mundo.
Si algo caracterizó a nuestro país en los diferentes foros internacionales fue que siempre se luchó contra la aplicación de los subsidios agrícolas distorsivos, por parte de la Unión Europea, los Estados Unidos o Japón. Argentina defendió siempre con importantes fundamentos su postura, y se jugó en contra de los objetivos perseguidos por los países desarrollados para compensar la falta de competitividad de sus agricultores.
El posicionamiento de nuestro país, aunque no fue aplicado, siempre fue escuchado con atención y reconocido en todos los foros internacionales. Pero esta postura era coherente, ecuánime y sólida cuando en el país no existían los innumerables impuestos distorsivos y las aberrantes retenciones que se instalaron contra el campo con la ruptura de la convertibilidad.
Parecía ser que los políticos argentinos no comprendían que durante la convertibilidad habían desaparecido del mapa el grueso de los pequeños y medianos productores y se habían hipotecado más de un millón de hectáreas de productores agropecuarios.
Debilidad