La cadena bovina dejó de traccionar
Sus eslabones están paralizados, a raíz de la crisis mundial y la intervención oficial.
En el país de las vacas, la producción de carne dejó de ser negocio. Al desaliento que provocó en los últimos 30 meses la batería de intervenciones del Gobierno sobre la cadena de ganados y carnes, que comenzó en marzo de 2006 con la suspensión temporaria de las exportaciones y siguió hasta la actualidad con controles de precios y la regulación del comercio exterior, se le sumó en los últimos 30 días la retracción generada por la crisis internacional. La combinación ha llevado prácticamente a cero el volumen de ventas al exterior de carne vacuna y ha generado una sobreoferta sobre la demanda interna.
Es como si cada uno de los eslabones que integran la cadena estuvieran sujetados por la Doble Nelson, denominación con la que se conoce en la lucha libre a la toma en la que el rival sujeta al contendiente por la espalda, pasa sus brazos por debajo de las axilas del adversario y afirma sus manos arriba de la nuca, lo que les provoca un estado de inmovilización. Otro golpe que deja tambaleando a los ganaderos y a la industria frigorífica.
Eslabones con problemas. En el extremo inicial de la cadena, los criadores siguen soportando las peores consecuencias con una actividad que muestra números en rojo. Hoy producir un ternero en el país tiene un costo de 3,7 pesos por kilo y el precio de venta apenas supera los 3,5 pesos el kilo, muy similar al valor que exhibían en 2005, según admiten desde la Asociación Argentina de Consorcios Rurales de Experimentación Agrícola (Aacrea). Un indicio claro de que la matriz productiva de la ganadería está comprometida.
"El desaliento de los criadores no quedará sólo en sus campos sino que su efecto se trasladará a toda la cadena, al disminuir la oferta de animales para engordar y, en definitiva, la disponibilidad futura de carne para el consumidor", advierten desde la entidad de productores.