En Ganancias el ganador es uno solo: el Estado
Aceptar el aumento del mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias es un costo que el Gobierno tiene asumido como inevitable desde hace varios años. La primera vez que la administración K alteró la escala fue en el 2006, respondiendo -ya en esa época- a un pedido de la CGT.
Desde el momento en el que los precios empezaron a moverse con otra velocidad, el Ejecutivo dejó que se instale esta dinámica de recomposición salarial a través de un ajuste impositivo. Pero aunque los gremios se perciben como ganadores de la eterna pulseada entre precios y salarios, en la mayoría de los casos se trata de una sensación térmica. El único que puede sacarle provecho a la inflación es el Estado, razón que explica por qué a veces pone tan poco esfuerzo por acotarla.
Un trabajo reciente de la Fundación Mediterránea exhibe que, pese a los ajustes periódicos en el mínimo no imponible, la falta de actualización de las deducciones de Ganancias provocó un significativo aumento de la presión tributaria sobre los asalariados.
Aliviar el pago de Ganancias es una decisión que el Gobierno ya tiene descontada, cuyo anuncio maneja de acuerdo a sus necesidades políticas. Y aunque parece una concesión, en los hechos nunca pierde.
Hernán de Goñi Subdirector Periodístico