El boom de commodities a largo plazo crea problemas
El economista e historiador Emilio Ocampo dialoga con Raghuram Rajan, uno de los cinco economistas más influyentes en el mundo según The Economist. Graduado en el MIT, habla de los orígenes de la crisis internacional y no menos importante, de los peligros que trae implícitos China. Aporta una visión interesante sobre los efectos del auge en el precio de las materias primas. «En el corto plazo trae bienestar, pero luego lleva a que la economía no sea competitiva en aquellas áreas no relacionadas con los recursos naturales».
Nacido en la India, Raghuram Rajan, es uno de los cinco economistas más influyentes de la actualidad según la revista The Economist. Doctorado en MIT se desempeña actualmente como profesor de finanzas en la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago. Se ha especializado en sistemas financieros y desarrollo económico. Rajan fue una de las primeras voces que advirtió sobre la posibilidad de una crisis. Fue en 2005 en la reunión anual de banqueros centrales en Jackson Hole, lo que le valió las severas críticas de muchos de sus colegas por alarmista. El tiempo probó lo acertado de sus advertencias. Rajan es autor de numerosos artículos y de varios libros entre los que se destacan Saving Capitalism from the Capitalist con su colega de la Universidad de Chicago Luigi Zingales y Fault Lines en el que analiza los desequilibrios de la economía mundial que provocaron la actual crisis y que amenazan su recuperación. Recientemente fue nombrado asesor del Ministro de Finanzas de la India.
Emilio Ocampo: Se ha escrito mucho sobre la crisis. Al final de cuentas, ¿fue consecuencia de mucha o poca intervención del Gobierno?
Raghuram Rajan: En algunos lugares mucha y en otros poca. La crisis en cierto sentido es una crisis de crecimiento. En las sociedades avanzadas el crecimiento se desaceleró a niveles que no eran aceptables, especialmente teniendo en cuenta las promesas implícitas asumidas y una población que envejece, y entonces buscaron nuevas maneras de crecer. Generalizando un poco, la solución en EEUU fue la desregulación, durante los ochenta y los noventas se destruyeron las barreras impuestas luego de la depresión. En Europa también hubo desregulación pero el método elegido para crecer fue la integración. Ambas estrategias tuvieron consecuencias no buscadas. En EEUU la desregulación contribuyó a aumentar la demanda de talento, y por ende a aumentar la retribución al talento, pero la oferta de mano de obra calificada y bien entrenada no aumentó de la misma manera. Con el paso del tiempo esto contribuyó a aumentar la desigualdad en la distribución del ingreso, lo que a su vez puso presión sobre el sistema político, especialmente porque algunos sectores significativos de la población quedaron rezagados. Esto sentó las bases de la burbuja de crédito. Mucha gente ganaba menos de lo que deseaba y, por un tiempo, les pareció a la opinión publica, a los políticos y a los banqueros que la solución era permitir a esa gente consumir más facilitándoles el acceso al crédito. Por supuesto la gente estaba muy contenta mientras podía consumir más, pero si sus ingresos no aumentan proporcionalmente uno se endeuda cada vez más. Si se trata de un préstamo hipotecario y el precio de la propiedad aumenta, inicialmente uno no se da cuenta. De hecho siente como si fuera cada vez más rico, pero cuando los precios dejan de aumentar todo el esquema colapsa, que es lo que pasó en EEUU. En Europa, especialmente en los países de la periferia, hubo algunas similitudes pero el papel del gobierno en algunos lugares fue más pronunciado, por ejemplo en Grecia. Allí el gobierno jugó un rol más importante en el empleo, en la contratación de gente, aumento de salarios y eso con el paso del tiempo creó un problema. En España fue una mezcla de gasto de los gobiernos locales y también un boom de la construcción con amplio acceso al cr