Diez prioridades en la agenda: temas que queman
Reservas, inflación, dólar, déficit fiscal y energía son algunos de los problemas que requieren la atención urgente de Kicillof y su equipo, según diez economistas.
"Hay provincias donde no hay gas de red y se paga una garrafa que está mucho más cara que lo que sale el gas de la red. Eso genera inequidades que son complicadas". La frase no partió de las filas de Sergio Massa. Fue pronunciada por el nuevo ministro de Economía, Axel Kicillof, en su primera charla con periodistas. Los dichos no sólo anticipan uno de los temas urgentes de su agenda -como lo es la revisión de la política energética y de los subsidios a las tarifas de servicios públicos, fuente de desigualdades sociales y desequilibrios fiscales-, sino que también deja en evidencia que el Gobierno intenta mostrarse renovado con funcionarios, como Kicillof, ideólogos y ejecutores de políticas que provocaron gran parte de los problemas sobre los que habrá que trabajar.
Escuchar algunas declaraciones tanto del ministro como del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, llevaría a concluir a un visitante desconocedor de la coyuntura argentina que el país está en el momento de estrenar un gobierno y no de un recambio de funcionarios que siguió a la derrota electoral y a la enfermedad y convalecencia de la presidenta Cristina Kirchner.
Con varios problemas en el escenario económico que cada vez son más difíciles de ocultar, se respira por estos días un nuevo aire cuando desde el poder se reconoce, con palabras y con actos, la necesidad de pensar y repensar medidas.
De las respuestas que 10 economistas dieron al ser consultados por LA NACION, surgieron 10 prioridades: frenar la caída de reservas, controlar la inflación, blanquear las estadísticas, revisar la política energética y los subsidios, establecer una política cambiaria, subsanar el déficit fiscal, crear empleos y prever cómo serán las paritarias 2014, atraer la inversión, impulsar las economías regionales y mejorar la competitividad.
"La pérdida de reservas , la elevada inflación, la huida de inversores externos y domésticos, el estancamiento de los depósitos en términos reales, la caída del empleo en el área metropolitana son todos indicios de un desajuste mayor y creciente de la economía", describe Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL, a modo de diagnóstico. ¿El riesgo de no actuar ante esas señales? "Una contracción importante del producto bruto interno", analiza. ¿El tratamiento recomendado? "No basta con dos o tres medidas aisladas -afirma-; se requiere de un programa económico, porque si no tendremos una sucesión de programas que tratarán de emparchar lo que el anterior descuidó."
Al ser un tema intrínsecamente vinculado a otros problemas de la economía, como el déficit fiscal y el tipo de cambio, la caída de las reservas del Banco Central es el aspecto mencionado con mayor frecuencia por los economistas a la hora de definir las prioridades de gestión. Y, por declaraciones recientes de funcionarios, es también un tema al tope de las preocupaciones oficiales. Sólo en la última semana huyeron de la cuenta US$ 872 millones y el saldo cerró en US$ 31.517 millones, US$ 11.773 millones menos que al finalizar 2012.
"Apremia el drenaje de reservas -señala el economista Ramiro Castiñeira, de Econométrica-. El déficit del turismo se convirtió en el principal demandante de dólares, por más de US$ 10.000 millones anuales, y ya es superior al déficit del sector energético, de US$ 6800 millones o al pago de la deuda pública, de US$ 5000 millones. El problema no es el turismo en sí, sino el retraso cambiario que lo alienta." El analista advierte que es preferible no buscar una solución en el desdoblamiento del tipo de cambio, porque eso es "un parche" que genera más problemas que soluciones. "Es posible que se anuncien medidas que impliquen mayores impuestos, cupos y recargos sobre el consumo con tarjetas en el exterior", considera.
Agustín D'Attellis, integrante de La graN maKro, sostiene que la ampliación de la oferta de divisas es tema para el corto plazo. En la opinión del economista, profesor de la UBA y kirchnerista, las restricciones tienen su origen en fenómenos estructurales, como la dependencia que tiene la industria de la importación de bienes de capital. "Esta situación, junto con limitantes del lado exportador, angosta el superávit externo -afirma-. Respecto de la política de desendeudamiento, el país presenta indicadores de solvencia de los más altos del mundo, lo que permite acceder a financiamiento de organismos multilaterales u otras fuentes a tasas muy convenientes." Esa entrada de divisas, agrega, "descomprimiría las expectativas negativas de corto plazo, generadas por la dinámica descendente de las reservas del Central".
Camilo Tiscornia, de C&T Asesores Económicos, afirma que el Estado debería conseguir financiamiento en moneda extranjera. Pero observa que se requiere una recomposición de las relaciones con la comunidad financiera. El restablecimiento de vínculos no sólo abarca al FMI como contraparte (dicho sea de paso, con ese organismo se trabaja en la elaboración de un nuevo índice de precios, cuestión vinculada al descrédito de la estadística del Indec), sino también con los holdouts y el Club de París.
Con la mirada dirigida fronteras adentro, Tiscornia destaca como fundamental el objetivo de mejorar el resultado fiscal. "Se reduciría la necesidad de financiamiento del Banco Central, sea por emisión monetaria o por uso de reservas", dice. Para ese objetivo se debería comenzar a ajustar las retrasadas tarifas de servicios.
Reducir el desequilibrio fiscal es prioritario, según considera Bour, para poder obtener financiamiento de los mercados a tasas sostenibles. El economista describe que este año el gasto público consolidado (Nación, provincias y municipios) llega a 47% del PBI. "La brecha de financiamiento, de 5% del producto, no se va a poder cerrar con mayor presión tributaria formal, aumentos del impuesto inflacionario [a menos que explote] o con el uso de los activos que quedan, como las reservas del Central o los fondos de pensión", advierte. De allí la necesidad de acceder a los mercados.