A pesar de todo, siempre para adelante

En Charata, Rubén Medula le pone el pecho a dos años de sequía e intenta mejorar los suelos degradados con diversificación de cultivos y manejo.

A pesar de todo, siempre para adelante
25deDiciembrede2013a las06:40

A partir de los avances tecnológicos y de conocimiento que se dieron en los últimos años, muchas regiones de la Argentina cambiaron su paradigma productivo. Es el caso del Chaco, donde a pesar de la gran distancia de los puertos y la permanente escasez de agua, los productores adoptan las más modernas pautas de manejo y se animan a diversificar su producción. En el comienzo de la siembra de soja, Clarín Rural viajó a Charata, en el centro sur de esa provincia, y recorrió el campo junto al asesor y productor Rubén Medula, quien contó cómo se hace para sobrevivir en una zona marginal tras dos años de intensa sequía.

“Tras 75 años de labranza convencional, los suelos tienen ciertos problemas de estructura. Pero hace ya más de cinco años que nosotros hacemos todo en siembra directa”, explica Medula, quien asesora a la empresa Don Enrique, de la familia Dionisis, que ya cuenta con tres generaciones de historia en estas tierras. La empresa trabaja cerca de 7.000 hectáreas en Chaco: a dos mil en Charata y cinco mil unos 60 kilómetros hacia el oeste. En los campos del oeste había monte hasta hace pocos años, y eso hace que el suelo no tenga el bagaje agrícola que sí tienen los campos de Charata. “En estos campos, el suelo tiene muy baja cantidad de materia orgánica: menos del 2% -dice el productor-. En el oeste, la materia orgánica es del 3%”.

El casco de la estancia Don Enrique está rodeado de cítricos bajo riego, pero a pocos metros, el verde se transforma en tierra semidesnuda. Pocos días antes de la visita de este medio, una tormenta golpeó a la zona dejando un rastro de manchas de humedad en el suelo, que son bien recibidas con vistas a la siembra de soja, pero también rastrojos amontonados y muchas partes del suelo sin cobertura. “Cayeron 70 milímetros, pero gran parte de la chala que teníamos quedó en el campo del vecino”, comenta Medula. Aquí el riego no se utiliza en la producción extensiva porque no hay suficiente agua de calidad, y las precipitaciones anuales son de hasta 700 milímetros. Pero el año pasado rondaron los 400 mm.

Con este panorama, el asesor intenta llevar adelante un planteo que busca revertir la degradación del suelo y maximizar la eficiencia de sus recursos. “La idea es hacer rendir más lo que uno ya tiene. No queremos expandirnos en área sino mejorar el manejo para sacar más kilos por hectárea”, dice Medula. Para lograrlo, una de las herramientas que utiliza es la fertilización. “Hacemos análisis de suelo cada tres años, y a partir de los resultados empezamos a aplicar yeso (sulfato de calcio) con buenos resultados”, comenta.

Las rotaciones que lleva adelante la empresa son cada vez más diversas y dependen de la disponibilidad de agua. La zona de Charata es tradicionalmente muy girasolera, pero el cultivo no atraviesa la mejor situación y la escasez de precipitaciones de la última campaña hizo fracasar algunos intentos. Alrededor del casco, por ejemplo, se hizo maíz/soja/girasol y entrará nuevamente la soja en estos días. El girasol de este lote fue sembrado en agosto pero se decidió quemarlo porque no iba a alcanzar la altura suficiente para cubrir el suelo y se iba a llenar de malezas. “Hoy, limpiar el lote es muy caro”, dice Medula acerca de uno de sus principales dolores de cabeza (Ver Malezas...).