Evolución: China asciende en el podio mundial
El peso del país asiático en la economía mundial va más allá del comercio; entre 2000 y 2010, triplicó su nivel de ahorro e inversión globales; hoy es el principal exportador de capital del mundo; el aporte de América latina
Es imposible analizar la aceleración del crecimiento registrado en América latina en la última década sin hacer referencia al rol de China en esta nueva etapa.
En la primera década del siglo XXI, cambió la configuración del crecimiento global. El motor del crecimiento mundial se desplazó desde el mundo avanzado hacia el mundo emergente que, entre 2002 y 2012, se expandió 6,4% y su participación en el producto global pasó de 38 a 50%. Dice la OCDE: "Se trata de un cambio estructural que desplaza el eje de gravedad hacia el Sur y hacia el Este, de los países de la OCDE hacia los emergentes".
China lideró ese proceso. En un contexto del comercio internacional donde el grado de integración registra máximos históricos, China superó a Alemania, Japón y Estados Unidos y es en la actualidad el país con mayores interconexiones globales. Incluso se convirtió en el principal exportador de capital del mundo, al superar a Alemania y Japón.
Como resume Subramanian: "La dominancia económica de China en relación con Estados Unidos es inminente [de hecho, puede haber empezado], será más abarcativa [al involucrar a la riqueza, el comercio, las finanzas internacionales y el medio de cambio mundial] y podría incluso ser tan grande como la del Reino Unido en los días felices del imperio o la de Estados Unidos en la etapa inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial".
El modelo de desarrollo chino se basó en la promoción de las exportaciones y la inversión, lo que generó un conjunto de tensiones internas asociadas al bajo crecimiento del consumo y a la distorsión de precios relativos, pero también conflictos en la economía global.
Por un lado, la tasa de ahorro mundial se incrementó en 3 o 4 puntos del PBI, lo que provocó una reducción en el costo del dinero y un consecuente aumento en el apetito por el riesgo en las finanzas globales. Por otro, los saldos de China y otros emergentes se colocaron en activos seguros. Como la emisión de activos públicos fue inelástica, el encargado de proveer los activos seguros faltantes fue el sistema financiero internacional, a través de novedosas técnicas de pooling, tranching y distribución de riesgos. Esta tensión, junto con una mayor desregulación de los mercados financieros, estuvo en el centro de la crisis global iniciada con el colapso de los mercados de hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos y otros países desarrollados.
Esta nueva configuración alteró el comercio mundial. Un primer rasgo novedoso fue la predominancia del comercio Sur-Sur, que se incrementó sensiblemente: de 6% a mediados de los 80, a 24% en 2010, según la Cepal.
Segundo rasgo: el mundo emergente pasó a ser el motor del crecimiento mundial, y una consecuencia de eso es el fuerte cambio de precios relativos en favor de las materias primas y en detrimento de los bienes industriales. Nuevamente China es el país que se destaca.
China exporta manufacturas industriales (cerca del 70%) e importa materias primas y sus derivados (más de un tercio). Detrás de estos cambios en la estructura de su comercio se encuentran los rasgos de su modelo: la rápida urbanización y el boom de la inversión explican buena parte del aumento en las importaciones chinas de minerales.
China se convirtió en el principal productor de manufacturas (a principios de los 80 ocupaba el puesto 17) y, con el resto de los países que participan en la cadena global de valor asiática, ocupó el lugar de Estados Unidos y Europa en los mercados internacionales.
El "efecto China" se manifestó en fuertes presiones de demanda en los mercados de materias primas y de oferta en los mercados industriales. Así, los precios reales de las materias primas han seguido una trayectoria ascendente que revierte en parte lo sucedido en la segunda mitad del siglo XX.