En Mendoza piden que se faene más carne
Actualmente los frigoríficos tienen una capacidad ociosa del 50%. Además se les suma las subas de precios y la baja en el consumo que ronda el 30% y 40%.

Con una capacidad ociosa del 50%, los frigoríficos locales se enfrentan a una época "compleja" ya que llevan unos años en caída porque el grueso de la faena se realiza fuera de la provincia.
Este problema se suma a las subas de precios de la carne, baja en el consumo del 30% y 40%, aumento de la presión impositiva, y un reclamo que lleva un par de años de la industria cárnica, que es la de proteger a la actividad local porque la mitad de la carne que ingresa a Mendoza, unos 10 millones de kilos mensuales, provienen de otras provincias y es para proveer a las grandes cadenas de supermercados.
"El consumo total del mercado mendocino es de más de 20 millones de kilos por mes", explica el dueño del frigorífico San Javier, Julio Melchor, y la mitad de lo que se vende "es carne de afuera", señala.
Esto impacta directamente en los niveles de productividad y en la baja mano de obra que ocupa la industria local como también en la calidad de la materia prima, ya que es carne que puede tener hasta más de 15 días de faenada y es el "sobrante" de los trozos de animal que no se exporta.
"Las plantas -indica otra fuente del sector- están trabajando al 50%". Agregó que "falta producción" y que si dos de los tres frigoríficos más grandes cerraran "la provincia estaría igualmente abastecida".
La clave es incentivar a las cadenas de supermercados para que faenen en Mendoza. Para el dueño del frigorífico María del Carmen, Mario Guglielmi, faltan más controles fitosanitarios y control de balanza, "sino declaran que entra 10 mil kilos, por ejemplo, pero nadie lo puede corroborar".
El punto crítico, según señalan fuentes de esta actividad, es que dicha producción foránea al ingresar a la provincia debe pagar un impuesto de $ 0,40 por kilo (en 2013 era de $ 0,25 por kilo) mientras que en otras provincias la tasa es de $ 2,5, $ 4 y hasta $ 5 por kilo, tal es el caso de Catamarca, Santa Fe y Córdoba, lo que no sólo frena la entrada de carne de afuera sino que protege a la actividad de los frigoríficos de esos lugares.
Los dueños de las firmas locales explican que "están tratando de mantener las fuentes de trabajo" pero que sí se protegiera y frenara la entrada de carne de otras provincias podrían duplicar la cantidad de empleados y pasarían de unos 350 a 800 puestos.