Ahora, llega el etanol hecho con el rastrojo

En EE.UU. está por arrancar a producir la primera planta que utiliza los residuos de la cosecha de maíz para elaborar el biocombustible.

Ahora, llega el etanol hecho con el rastrojo
01deJuliode2014a las08:30

Shannon, una joven británica, conmovió a la platea cuando exhibió por TV su adicción a la nafta. Bebe doce tapitas de bidón por día. Nada, al lado de los millones de automovilistas que se toman el bidón entero.

Hace apenas quince años, cuando despuntaba el siglo XXI, el petróleo valía 20 dólares el barril. En los surtidores de las estaciones de servicio, los estadounidenses podían llenar el tanque con apenas 10 dólares. Así, se hicieron adictos a la nafta, como les espetó el ex presidente George W. Bush.

Pero hoy, con el petróleo a 106 dólares, la nafta vale cinco veces más. Los estadounidenses sintieron no sólo que el petróleo escaseaba, sino que además, el abastecimiento no era seguro.

“El remedio para los altos precios son… los altos precios”, rige un viejo adagio de la economía real. Cuando el petróleo llegó a 50 dólares el barril, habilitó la alternativa de convertir el maíz en etanol, un sustituto de la nafta que puede mezclarse en altas proporciones sin modificar nada en los autos. Y que, con motores especiales, puede llegar a usarse puro, como sucede en Brasil El gobierno norteamericano impulsó la sustitución de nafta por etanol, colocando una meta del 10%. Brotaron por todo el “corn belt”, el portentoso cinturón maicero del Medio Oeste, decenas de destilerías que convertían en biocombustible al rey de los cereales destinados al consumo animal, a las bebidas cola, la cerveza, las bebidas espirituosas, o a la producción de almidones industriales. En apenas diez años, las nuevas destilerías le empardaron la partida a todos los demás consumos juntos. El maíz, que valía 100 dólares la tonelada hace diez años, ahora ronda los 200.

Pero los contrarios también juegan. El lobby de “los que estaban antes” puso el grito en el cielo, porque el precio del cereal era ahora arrastrado por el del petróleo. Inflación, dicen allá, es exceso de demanda. Bueno, había exceso de demanda de maíz, a pesar del continuo crecimiento de la producción fruto del arribo de nueva tecnología.

Entonces, se empezó a hablar de los biocombustibles de “segunda generación”. Son los que utilizan otra fuente de materia prima. El foco se puso en el uso de residuos de cosecha, y en particular el rastrojo de maíz. Calcularon que por cada tonelada de maíz que se cosecha, queda un volumen similar en el campo. Este residuo es fundamental para mantener la estructura del suelo. Sin embargo, los investigadores de distintas universidades determinaron que retirar una parte (25%) de ese rastrojo no sólo no afecta la sustentabilidad, sino que mejora la implantación del cultivo subsiguiente.

La primera planta de este tipo se inaugura el próximo 3 de setiembre. Es el Project Liberty en Emmetsburg, Iowa, y tuve la oportunidad de visitarla la semana pasada junto con la gente de Bio4 encabezados por su titular, Manuel Ron, y los accionistas Marcelo Otero y Juan Miguel Sobrero.

Liberty es el fruto de un joint venture entre Poet, la mayor productora de etanol de los EEUU (con 25 plantas) y DSM, una empresa holandesa especializada en la producción de las enzimas que degradan la celulosa del rastrojo para que pueda ser atacada por los fermentos que la convierten en alcohol. El residuo final, la “lignina”, va a la caldera para generar vapor y electricidad.