Producción basada en el uso eficiente del pasto
Las 3.200 hectáreas que la familia Orodá dedica a la cabaña Brangus en Quilino tienen en la oferta de pasto a su razón de ser.
El estado corporal de las vacas es clave para mantener los servicios.
Las 3.200 hectáreas que la familia Orodá dedica a la cabaña Brangus en Quilino tienen en la oferta de pasto a su razón de ser. Las lluvias son las que marcan en el establecimiento el destino de la producción de carne, que se desarrolla en 36 potreros.
Una seguidilla de cinco años con precipitaciones anuales promedio de 180 milímetros obligó al cabañero a tener que remitir hacienda a otros campos. Fue así que los reproductores viajaron con destino a Villa de María del Río Seco, Obispo Trejo y Santiago del Estero en la búsqueda de pasto que les permitiera mantenerse en producción.
“Recién en junio de este año volvimos a juntar toda la hacienda en el campo y a comenzar a organizar nuevamente los servicios en tiempo fijo”, sostuvo Orodá. Si bien el gatton panic y el pasto natural se muestran nobles cuando hay lluvias, los tiempos de sequía los hace improductivos. Por eso el manejo de la carga resulta estratégico.