La revolución de la siembra variable en el sur de Córdoba

En Río Cuarto, el ingeniero Andrés Marra logró subir los pisos de rinde en el maíz con una fuerte apuesta a la agricultura de precisión y al riego.

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Todas las hectáreas de maíz se siembran con equipos de dosificación variable.

Todas las hectáreas de maíz se siembran con equipos de dosificación variable.

02deNoviembrede2016a las15:22

La diferencia está en los detalles. Cada centímetro de precisión que se gana en la siembra y cada dato que se suma de los ambientes del lote es el insumo -la información y el conocimiento- que evita errores, consolida pisos de rendimientos y marca el camino hacia una agricultura con un horizonte más eficiente y sustentable.

A este tren se subió hace rato el ingeniero Andrés Marra en Río Cuarto (en el sur de Córdoba). Junto a su familia gestiona una empresa familiar que maneja 3.000 hectáreas propias, pero con experiencia de manejo en más de 20.000 hectáreas (cuando los campos de su abuelo todavía no se habían dividido en la familia).

Habló con Clarín Rural en Iowa hace unas semanas, en el corazón del “corn belt” (cinturón maicero) de Estados Unidos, rodeado de una delegación de productores argentinos que viajaron para ver las novedades del Farm Progress Show.

Mirando los lotes de maíz de los farmers, los primeros productores mundiales, Marra contó cómo transformaron su campo en los últimos 6 años a partir de un cambio estratégico en la siembra: pasar de la dosificación fija a la variable.

“La primera prueba con siembra variable la hicimos en la campaña 2010/11 en 1.000 hectáreas de maíz y resultó tan bien que el año siguiente equipamos dos sembradoras más con tren de siembra variable y comenzamos a hacer toda la superficie de maíz con este manejo”, recordó Marra.

Para el ensayo, equiparon una sembradora de Agrometal con motores hidráulicos para poder hacer variable. Además realizaron un muestreo intensivo del suelo y nivelaron todo ese campo en 18 partes por millón de fósforo. En el proceso contaron con el asesoramiento de especialistas de Aceitera General Deheza (AGD).

La diferencia estuvo más en los pisos de rendimiento que en los techos. “Todos los rindes bajos se levantaron y en ningún lote nos clavamos. Ya no nos quedaron zonas de 20 quintales de maíz. Todo lo malo comenzó a arrancar, como mínimo, en 60 quintales”, precisó Marra, que a partir de su experiencia en este rubro comenzó a asesorar a otros productores y tiene una empresa de distribución de equipos de agricultura de precisión.