Las amplias concesiones de Temer no alcanzan y el paro de camioneros colapsa a Brasil
Miles de camioneros brasileños seguían ayer por octavo día en huelga y el país sufría serios inconvenientes por el desabastecimiento.
El presidente accedió a reducir el precio del diésel y bajar los peajes.
Pese a las amplias concesiones del gobierno a las agremiaciones de transportistas y al uso de las fuerzas armadas para levantar los cortes de rutas, miles de camioneros brasileños seguían ayer por octavo día en huelga y el país sufría serios inconvenientes por el desabastecimiento.
La prolongada medida de fuerza se ha convertido en un dolor de cabeza para el presidente Michel Temer, quien hoy pensaba inaugurar a lo grande el Foro de Inversión Brasil 2018 en San Pablo, con la intención de atraer más capital extranjero al país y dar así un fuerte impulso al crecimiento después de la peor recesión de su historia y un año de estabilización económica.
En cambio, tras una semana de paro de los camioneros, el panorama con el que se encuentran los inversores es el de un Brasil al borde del colapso, con estantes de los supermercados vacíos, falta de frutas y verduras, hospitales sin suministros básicos, la mitad del transporte público de las grandes ciudades en funcionamiento, larguísimas filas en las estaciones de servicio que ya tienen suministro de combustible, las escuelas y universidades con clases suspendidas, y algunos aeropuertos con vuelos cancelados.
Ya la semana pasada el gobierno había cedido en varias de las demandas de los camioneros, que entraron en huelga por el fuerte aumento del precio del diésel, un 50% en el último año debido al alza del petróleo a nivel internacional. Se propuso reducir un 10% el precio del diésel primero por 15 días y luego por 30; se estableció una nueva regla para dar estabilidad a los precios de los combustibles y suavizar las oscilaciones del mercado petrolero, y el Congreso se comprometió a eliminar un impuesto sobre las gasolinas. No bastó.