Fungicidas y bioestimulantes: la fórmula para aplicarlos de manera eficiente sobre el trigo y apuntar a 46 qq/ha
Es fundamental pensar en estrategias de control de aquellas enfermedades que puedan estar presentes en el cultivo
En las últimas campañas, los cultivos de fina tuvieron un aumento de la superficie sembrada en la Argentina, principalmente el trigo, pasando de 6.2 MHa en la campaña 19-20 a 6.6 MHa para la campaña actual (Bolsa de Cereales, 2021).
Además de tener un precio atractivo, en la actualidad, se ha convertido en una pieza indispensable para las rotaciones de cultivos dentro de los sistemas agrícolas. Presenta numerosos beneficios tales como la competencia con las malezas, requerimientos hídricos que permiten disminuir napas, genera una buena cobertura con su rastrojo (Carbono), entre otros.
Cuando pensamos en el manejo de adversidades que se presentan en un lote de trigo, tenemos que tener en cuenta la importancia de controlar enfermedades que puedan afectar al cultivo y por ende a su rendimiento en grano. Dentro del grupo que componen este tipo de adversidades, podemos definir como las de mayor importancia a las enfermedades foliares, entre las cuales encontramos a Drechslera tritici-repentis "Mancha Amarilla", Septoria tritici "Septoria", Puccinia striiformis “Roya amarilla”, Puccinia recóndita “Roya anaranjada” y Puccinia graminis “Roya negra o del tallo”.
Para poder alcanzar buenos rendimientos y llegar al fin del ciclo con cultivos sanos, es fundamental pensar en estrategias de control de aquellas enfermedades que puedan estar presentes en el cultivo. Para ello, es clave cuidar el área foliar en hojas superiores (HB, HB-1, HB-2) las encargadas de interceptar la mayor cantidad de radiación solar para generar fotoasimilados destinados al llenado de los granos. El monitoreo de los lotes y la frecuencia en estos momentos es determinante para tomar buenas decisiones.
Para el manejo de enfermedades, la práctica más común son los tratamientos con fungicidas en mezclas dobles de Estrobirulinas y Triazoles. No obstante, cabe señalar que en las últimas campañas se ha incrementado el uso de Carboxamidas como tecnología más novedosa, haciendo hincapié en el control de manchas.
Si bien la mayoría de los fungicidas empleados son sistémicos o mesosistemicos, debemos tener presente que su movilidad es ascendente. Razón por la cual, se recomienda lograr entre 50-70 impactos/cm2 en el blanco objetivo para obtener la cobertura necesaria que garantice la eficiencia biológica en dichos tratamientos.
En el cultivo de trigo, el desafío para las aplicaciones de fungicidas es alcanzar con buen número de impactos la base de la lámina de cada hoja, de este modo logramos proteger la totalidad de la misma.