Martín Rostagno, el argentino que se va a producir leche a Tasmania: "No tenemos nada que envidiarles"
Hizo una publicación en Facebook y en dos días tuvo 30 ofertas de trabajo: "Una locura", describe
Martín Rostagno estuvo dos años y diez meses en Nueva Zelanda, haciendo un gran camino propio en lechería y por unas semanas está en nuestro país para prepararse ante un nuevo desafío, porque Australia lo espera.
Martín Rostagno y la lechería
Rostagno es ingeniero agrónomo, de la ciudad cordobesa de San Francisco, recibido en la Universidad Nacional de Litoral y logró transformarse en un especialista en el manejo de tambos en el país más competitivo del planeta en la materia.
Según él, cuando se fue conocía lo básico del tema lechero, pero en casi tres años ya es un referente que va mucho más allá de la cuenta de Instragram Hola Tambo.
Empezó en Wanaka, en la parte media de la isla Sur, siguió bajando hasta Dunedin, hizo otra escala en Ashburton, en la región de Canterbury, que es la cuenca lechera central de la misma Isla, y después en su cuarto tambo se estableció durante 17 meses, en el sur de la Isla Norte, en la región de Wairarapa, a una hora de Wellington.
La lechería tiene el mismo fin en todos lados, pero claramente los principales competidores de Argentina tienen un ordenamiento que sólo podemos percibir a través de lo que cuentan quiénes lo viven. En Nueva Zelanda existe una suerte de carrera dentro de los tambos, donde ese escalafonamiento permite progresar, medir resultados personales y en definitiva fijar objetivos claros en lo personal y profesional, pero también en lo productivo.
“Hay jerarquías en el trabajo, empezando por el farm-assistant, que es quien hace tareas de ordeño. Después viene el gerente de rodeo que se encarga de chequear los animales. En el último tambo entré como subgerente, con una responsabilidad de dirigir el equipo de trabajo; y al poco tiempo llegué a ser gerente para hacer toda la planificación, el armado de dietas y toda la parte administrativa”, explica Rostagno.
Martín toma estas semanas en la cuenca lechera central como una oportunidad de recorrer tambos, de visitar amigos y de ver más de cerca la zona en la que se formó. Ahora, la decisión de quedarse en Oceanía, pero mudarse a Australia, tiene relación con la búsqueda de nuevos desafíos.
“Cuando yo me fui a Nueva Zelanda el plan era estar ahí un año nomás para después ir a otros países. Creo que el intercambio cultural abren mucho la cabeza, cambian la manera de pensar. Por eso tenía todo un circuito armado con Israel, Irlanda, Japón y Canadá”.
“Estaba creciendo mucho en Nueva Zelanda y si seguía una temporada más me iba a ir a un escalón que es ´contract milker´ que es una forma de asociarme, porque pagan un fijo por kilo de sólidos producidos entre 1,10 y 1,40 dólares neocelandeces para contratar personal, maquinaria, pagar impuestos y servicios y ya no me iba a ir más y por eso fue una etapa cumplida, porque después viene la etapa de comprar animales y son plazos de tres años, entonces decidí que era una etapa cumplida”.