El INTA trabaja en la mejora genética de semillas forrajeras para que se adapten a todos los ambientes del país
El objetivo de los trabajos de investigación y desarrollo es desarrollar forrajeras que se adapten a todos los suelos y climas del país, para garantizar la nutrición animal
Desde hace más de 70 años investigadores del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) trabajan en el desarrollo de especies forrajeras que se adapten a los diferentes suelos de Argentina. Estos avances se tornaron sumamente necesarios en un país en donde los campos con mejores características productivas son utilizados para la agricultura, debiendo la ganadería conformarse con terrenos de menor calidad.
Al respecto, la coordinadora interina del proyecto Mejoramiento Genético de Especies Forrajeras del INTA, Mariela Acuña, consideró: “Para contar con una buena oferta forrajera es necesario tener una semilla de calidad. Muchas veces se ve a la producción de semillas como una actividad secundaria, cuando es un aspecto muy importante a tener en cuenta. Al igual que la calidad genética de la semilla, que impacta significativamente en la adaptación de la especie forrajera”.
Y agregó: “Debido a la diversidad de ambientes y sistemas de producción, las funciones que cumplen las especies forrajeras van desde aumentar la receptividad de los sistemas ganaderos extra-pampeanos, hasta permitir un manejo sustentable de los recursos naturales”. En este sentido, se observa que las gramíneas y leguminosas, tanto perennes como anuales, conforman recursos forrajeros valiosos porque son los que aportan forraje de calidad y en cantidad, además de complementar la vegetación natural.