Cría chivitos, logró que sean reconocidos y mantiene viva una tradición que alimenta a más de 1500 familias

“Me siento muy orgullosa, soy muy luchadora. Nunca me dejé caer", cuenta Graciela Moya

Cría chivitos, logró que sean reconocidos y mantiene viva una tradición que alimenta a más de 1500 familias
31deMarzode2023a las12:02

En 2010 Graciela Moya (55) logró algo histórico. No solo por el impacto que tuvo para su comunidad, sino porque lo consiguió luego de años de lucha incansable y convicción. Fue una de las mujeres impulsoras del único sello a nivel nacional de Chivito del Norte Neuquino. Esa denominación de origen potenció a más de 1.500 familias crianceras que subsisten con la crianza de chivitos y que soñaban con lograrlo. 

Recientemente recibió el premio Lía Encalada que la reconoce por su trabajo de más de 30 años en la ruralidad, aportando a mantener viva una tradición regional única en el país.

Crianceros de cepa

Graciela nació en una familia de crianceros y actualmente vive en la localidad Ranquil Vega, departamento Pehuenches, en la provincia de Neuquén. Sus padres eran peones rurales y se dedicaron toda la vida a eso: “Trabajaban para los que tenían grandes capitales. Cuidaban 4 mil chivas y con mi mamá hacían la trashumancia, el traslado de animales de invierno y verano”, contó. 

Su familia es muy numerosa: son 10 hermanos, 6 mujeres y 4 varones. Desde muy chicos empezaron a trabajar en el campo con los animales en la crianza del chivito: “Nuestra vida fue muy ruda. Vivimos trabajando en las chacras. Hace dos años fallecieron mis padres y yo sigo realizando el trabajo con mis hijos”, expresó.

De invernadas a veranadas

Durante el invierno, Graciela vive con su familia en su casa de campo de 18 hectáreas, donde además de criar el chivo, tiene más de 6 mil plantas de álamos, frutales y hortalizas. Siembra maíz y trigo y elabora dulces: “De eso vive mi familia”, explicó. También contó que en esa zona hay una escuela rural, donde ella estudió y sus hijos también. 

Cuando llega diciembre, realizan el traslado a las veranadas. Esto es a caballo, arreando toda su vida entre las montañas: “Tardamos entre 15 y 20 días en llegar. Llevamos aves, gallinas, perros, alimentos. Vamos todos y nos instalamos en una casita hasta marzo”.