Se le inundaron 2500 hectáreas y por un descubrimiento decidieron cambiar la forma de producir: la experiencia completa
¿Qué tienen en común una raíz atrofiada en Pehuajó, una lluvia que dejó bajo agua 2000 hectáreas en Córdoba y un biocontrolador que iguala o supera a los químicos?
Durante una hora intensa, el periodista agropecuario Belisario Saravia Olmos moderó una charla que hizo foco en los biológicos como herramienta concreta frente a desafíos históricos y actuales: enfermedades, estrés abiótico, compactación de suelos, presión social y ambiental.
En el panel del Congreso Casafe edición biológicos, participaron Adrián Mitidieri (Agrodesarrollos), Wenceslao Tejerina (Agroestrategias Consultores), Julio Priotti (AGD) y Eduardo Améndola (PLA by John Deere), quienes ofrecieron una mirada multidimensional, tan técnica como humana.
“Solo intensificamos el sistema": AGD en el Congreso de Biológicos
Desde la visión de la producción a gran escala, Julio Priotti narró cómo AGD rediseñó el sistema agrícola de la empresa tras un evento extremo: una lluvia de 200 mm en un fin de semana que dejó bajo agua 2500 hectáreas en uno de sus campos en Córdoba, que abarcan unas 8000 hectáreas.
“Descubrimos que el agua no entraba. El suelo no infiltraba. Y ahí arrancó todo”, relató.
Ese fenómeno fue el disparador para repensar el modelo productivo. Hasta entonces, el foco estaba puesto principalmente en los factores bióticos, en controlar enfermedades, plagas o malezas. “Empezamos a trabajar sobre los factores abióticos, que hasta ese momento no eran prioridad”, explicó. A partir de ahí, comenzó un camino gradual que incluyó nuevas estrategias de manejo del agua, de la cobertura vegetal y de la biología del suelo.
Uno de los cambios más notables fue en la diversidad de cultivos. AGD pasó de usar coberturas básicas como vicia y centeno, a incorporar sistemas multiespecie que combinan triticale, nabo, carinata y coriandro. “El centeno se encañaba muy rápido, entonces le sumamos triticale. El nabo nos ayudó a romper impedimentos físicos del suelo. También pensamos en la relación carbono/nitrógeno y usamos especies con raíces lignificadas”, explicó. Estas coberturas, además de mejorar la estructura del suelo, ofrecen control alelopático sobre malezas como el yuyo colorado resistente.
A partir de ese rediseño, los cultivos de cobertura comenzaron a cumplir múltiples funciones: proteger el suelo, captar agua, liberar nutrientes, y permitir —en algunos casos— que el maíz se implante sin necesidad de aplicar preemergentes. “Hoy en algunos establecimientos, la mitad de la superficie se trabaja sin preemergentes”, señaló Priotti. Las coberturas, densas y bien manejadas, actúan como verdaderos colchones vegetales: evitan que entre la luz, suprimen malezas y permiten una siembra limpia.