La producción la promueve el mercado, no un ministerio

04deOctubrede2002a las08:20

En la campaña electoral de 1983, Raúl Alfonsín solía decir en sus discursos que iba a ir a levantar las persianas de las fábricas con los gerentes de los bancos. La realidad fue que durante su presidencia se produjo una especulación financiera caracterizada por el gasto cuasifiscal, el famoso festival de bonos y un permanente arbitraje de tasas versus dólar, quedando totalmente relegada a segundo plano la actividad productiva.

Ahora el gobierno de Eduardo Duhalde vuelve a mostrar cierta dosis de voluntarismo al nombrar un nuevo ministro de la Producción, como si la actividad productiva dependiera de decisiones burocráticas más que de un marco económico e institucional generador de un ambiente de negocios que naturalmente induzca la producción.

En momentos en que la tasa de interés pasiva (es decir, la que se les paga a los inversores) se ubica en niveles incompatibles con la actividad productiva, luce poco probable que pueda llegar a existir crédito a tasas consistentes con la rentabilidad de cualquier sector de la producción que uno elija.

Pero la pregunta de fondo es: ¿qué puede hacer un Ministerio de la Producción por la producción? ¿Puede ser útil al bienestar de la población o simplemente constituye un elemento más de los abundantes gastos improductivos de la burocracia argentina?

Si el objetivo de dicho ministerio es definir sectores ganadores dentro del sector productivo, lo único que cabe esperar es que baje el nivel de eficiencia. ¿Por qué? Porque los recursos son escasos y las necesidades de la gente son ilimitadas.

Escala de necesidades

Cada consumidor tiene su propia escala de necesidades y, además, ésta se modifica permanentemente. No hay computadora ni centro de especialistas que pueda definir centralizada y correctamente cómo asignar los recursos por la sencilla razón de que no existe información centralizada sobre los gustos y necesidades de todos y cada uno de los consumidores.

¿Cómo puede un Ministerio de la Producción asignar los escasos recursos que tiene la economía para satisfacer necesidades de millones de consumidores que, además, cambian permanentemente? Por otro lado, si el funcionario de turno tiene la visión para definir qué es un buen negocio, ¿por qué no dejar la función pública y convencer a socios capitalistas para invertir en su proyecto?

La realidad es que resulta muy fácil arriesgar los recursos de los contribuyentes en proyectos en los que luego no hay que rendirles cuentas a los accionistas. Normalmente los ministerios de la producción privatizan las ganancias y socializan las pérdidas. Además, ¿qué es producción? La mayoría de la dirigencia política sigue pensando que la producción consiste solamente en hacer algún bien físico. Sin entrar en un inconducente debate industria v. campo o ambos v. servicios, vale la pena revisar algunos datos sobre la creación de puestos de trabajo en EE.UU.

En el período 1946-49, la economía norteamericana tenía 43,5 millones de puestos de trabajo, y en el período 2000-2002 suman 132 millones. Es decir, la economía norteamericana creó 88,5 millones de puestos de trabajo. En 1946-49, la industria manufacturera norteamericana ocupaba el 34,6% la fuerza laboral. En 2000-2002, esa relación había bajado al 13,6%. En 1946-49, el sector servicios ocupaba el 58,6% de la fuerza laboral norteamericana. En 2000-2002, ocupa el 80,9% de los trabajadores. ¿Puede hablarse de Estados Unidos como un país industrial cuando el 81% de su población económicamente activa trabaja en el sector servicios?

Los datos anteriores sirven para advertir lo atrasada que parece estar la dirigencia política local sobre la forma en que producen y crean riqueza las naciones más avanzadas.

Faltan reglas

Pero volviendo a la realidad de la economía arg