La agricultura, en primer lugar

En este artículo, el secretario de Relaciones Exteriores manifiesta que la Argentina "está comprometida con la liberalización del comercio agrícola internacional, a cuyo efecto se impulsa activamente la eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias, y la eliminación de los subsidios a la producción y exportación".

12deAbrilde2003a las07:30

Martín Redrado.

En el marco de la política instaurada de negociación comercial en todos los frentes y en todos los sectores, la agricultura -en un sentido amplio que incluye indudablemente a toda la cadena de valor agroindustrial- está en el eje de nuestra política de apertura de mercados externos para los productores argentinos. Esta nueva política, más agresiva y aguda, nos ha permitido construir una base de consenso como nunca antes se había observado en nuestro país. En efecto, hoy los sectores productivos, sin distinción, participan activamente del proceso negociador comercial, permitiéndonos generar una credibilidad sin precedentes frente a nuestros interlocutores externos. Hoy, la Argentina avanza en bloque para conquistar mercados, y está logrando resultados concretos.

El renovado esfuerzo exportador argentino se materializa en importantes avances del sector industrial, así como en el nuevo campo de los servicios, pero las ventajas comparativas del sector agroindustrial continúan reflejándose en exportaciones registradas por valor aproximado de 13.500 millones de dólares durante 2002, respondiendo por 53% de nuestras ventas externas, que cubren desde los cereales y aceites hasta los jugos de frutas y carnes.

En esta dirección, la prioridad otorgada al sector agropecuario se refleja en dos planos simultáneos, los cuales se refuerzan mutuamente en razón del profundo vínculo entre las negociaciones comerciales y el desarrollo de mercados externos. En efecto, el objetivo inmediato apunta a superar, a través de negociaciones bilaterales producto por producto, todas aquellas barreras que afectan a nuestros bienes básicos y procesados por la agroindustria. Se persiguen objetivos dirigidos a la liberalización del comercio internacional agropecuario y la profundización de la integración regional y hemisférica en este campo.

Cuando nos referimos al aprovechamiento concreto de las oportunidades de inserción comercial que ofrecen los mercados en materia agrícola, aún con las limitaciones presentes, apuntamos a una serie de negociaciones simultáneas, caso por caso, que nos permitieron a lo largo de 2002, entre otros ejemplos: el restablecimiento del beneficio del Sistema de Preferencias (SGP) en los EEUU para sorgo, manzanas secas, maíz para pochoclo, cueros y preparados de carne; la apertura del mercado de los EEUU para carne cocida cubeteada congelada argentina, lo que representa un aumento cuantitativo y un salto cualitativo de las exportaciones nacionales a ese mercado; y la próximamente esperada reinstauración del SGP para diversos tipos de quesos, maníes, jugos de uva, pulpa de manzanas, peras y damascos. También se debe enumerar la inclusión del aceite de maní y el jugo de limón hacia mediados de año; el mantenimiento de productos en el SGP de la UE originalmente amenazados por el proceso de graduación, tales como la merluza, langostinos y camarones congelados, uvas de mesa, mandarinas, cerezas, duraznos y cebollas; la reapertura del mercado de carnes en 59 países, superando así la crisis de la aftosa y un enorme avance en el proceso de aprobación del acceso de cítricos en Japón. Además de la suscripción de un acuerdo sanitario para el ingreso de carne aviar, productos lácteos, lanas vírgenes y tabaco en China; el levantamiento en ese mercado de las restricciones para lanas y tabaco y el restablecimiento del contingente para aceite de girasol en India.

Por su parte, el segundo carril de las negociaciones agrícolas incumben al campo multilateral, que presenta d