Preocupación en el campo por el impacto de la apreciación del peso
Por las retenciones y la inflación acumulada, el tipo de cambio se aproxima al de la convertibilidad. La caída de la divisa se suma a la alta presión tributaria
La rentabilidad del campo dejó de ser la que era a comienzos de la devaluación en enero del 2002. A la presión impositiva y el mantenimiento de los costos de los insumos, ahora se le agregó la incesante caída de la cotización del dólar.
Si bien los precios internacionales de los commodities todavía permanecen altos, los márgenes del productor agropecuario son cada vez menores.
“El valor actual del dólar -ayer cerró a $2,79- sumado a la inflación, que desde enero del 2002 acumula un crecimiento promedio de 80%, nos da un tipo de cambio muy parecido al de la convertibilidad”, aseguró a Infobae Alfredo Rodes, integrante del consejo directivo de Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap).
Rodes reconoció que los valores internacionales de los granos todavía siguen altos, pero también puso de manifiesto que el sector sufre hoy una carga impositiva que antes no tenía y que los precios mayoristas que subieron por la alta cotización de la divisa norteamericana no volvieron a bajar. Además, los precios de los commodities pueden bajar.
Por otro lado, Rodes se mostró preocupado por lo que pueda llegar a pasar con los valores de las tarifas, los fletes y los peajes cuando asuma el próximo gobierno.
Inquieta las tarifas
Del lado de la Sociedad Rural Argentina (SRA) que preside Luciano Miguens, el economista de la entidad, Ernesto Ambrosetti, señaló: “Hay muchos precios que no subieron porque el Gobierno llegó a negociaciones con las empresas, pero una posible recuperación de los valores de tarifas, más la ocurrida en el petróleo y hasta los salarios tiene que llegar en algún momento”.
Ambrosetti aseguró que si estos precios se recuperan, algunas producciones van a sentirlo más que otras. El tambo, el sector de aves, el tabaco y las producciones intensivas bajo invernadero serían las más perjudicadas por aumentos de esta naturaleza, ya que utilizan mucha electricidad.
La elaboración de arroz es otra que se vería afectada, ya que en el riego se gastan por hectárea 700 litros de gasoil.
Si el productor ya desde hace tiempo se está volcando al cultivo de la soja porque le resulta más rentable, la tentación hoy es aún mayor. Según señaló Rodes, en las condiciones actuales los números del campo todavía cierran, pero “la rentabilidad no es la de antes”. A modo de ejemplo, el dirigente de Carbap señaló que ni bien se devaluó producir maíz “cerraba” con 60 quintales por hectárea, hoy se necesitan 80.
Reclamos ignorados
En materia impositiva, el sector ha realizado reiterados reclamos para poder liquidar el Impuesto a las Ganancias con el ajuste por inflación y para neutralizar el IVA granos -hoy asciende a 10,5%, mientras que los insumos se pagan 21%-, así como también para quitar o al menos disminuir los derechos de exportación.
Pero el Gobierno se mantuvo firme y no cedió ante los pedidos del campo priorizando la recaudación y las metas fiscales comprometidas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, las retenciones fueron impuestas cuando el dólar estaba a $2,90, y la cotización ya perforó a la baja esa barrera.
Aunque el Gobierno cobra un porcentual fijo de derechos de exportación, cuando los ingresos son menores por el tipo de cambio menor, la incidencia es mayor, recalcó Jorge Solmi, coordinador de la Delegación Buenos Aires de Federación Agraria.
Natalia Donato