Kirchner quiere firmar por un año
El analista sostiene que así el Gobierno demoraría las duras medidas que le pide el Fondo.
Los economistas que el presidente Néstor Kirchner suele identificar desconfiadamente como "del establishment", empiezan a desconfiar. Descreen que el Presidente esté realmente buscando un acuerdo como el que querría el FMI, que se extienda por tres años, es decir hasta la parte final de su mandato.
Ayer por caso, el consultor Miguel Broda, en su habitual charla mensual —expone junto a Ricardo López Murphy y Rosendo Fraga ante unas cien personas, la mayoría también del establishment— se mostró muy convencido de que en realidad Kirchner y el ministro Roberto Lavagna quieren un acuerdo liviano y a no más de un año de plazo.
El argumento de Broda —como el de otros economistas que no se identifican mucho con los planes e ideas de este Gobierno— es que si el acuerdo es por 36 meses, Kirchner se vería obligado a asumir el costo político de avanzar en las denominadas "reformas estructurales" que podrían caer antipáticas en la población y hasta mellar su estrategia de ganar poder político para mantener alta su popularidad.
Argumentos parecidos utilizó Gabriel Sánchez, economista de la Fundación Mediterránea. Lo dijo así: "Para firmar un acuerdo con el Fondo, el Gobierno tiene que comprometerse con reformas estructurales y no lo vemos comprometido o convencido, para encarar el régimen de coparticipación de impuestos, las reformas tributarias.
Broda y Sánchez creen que igual habrá un acuerdo. Broda apuesta a que el FMI "no le va a soltar la mano a la Argentina porque el propio Fondo está interesado en firmar algo: "Debe entender que luego del colpaso, es imposible exigir un esfuerzo fiscal muy grande en el 2004". Sánchez también ve que se va a firmar: "Un acuerdo habrá, no hay dudas de eso ¿Cómo hace el Fondo para no darle un acuerdo a un país con una economía que ha crecido, con superávit primario, con inflación de un dígito y con una fuga de capitales que se ha desacelerado? Lo más probable es que terminen con un stand by de un año, con metas muy modestas.
Eso sí. Con un acuerdo corto, ningún acreedor supondrá que la Argentina está en condiciones de presentar una propuesta de renegociación de la deuda en default "creíble". Por eso ya son cada vez más quienes suponen que la oferta a los tenedores de bonos impagos recién podrá estar delineada a fines del año próximo.
Según Broda, Kirchner y Lavagna están convencidos de que asumir ahora el compromiso de subir tarifas, compensar a bancos y controlar el gasto para alcanzar un superavit primario (recursos fiscales antes de pagar la deuda) de, por ejemplo, el 4% del PBI que desearía el FMI, pondría en peligro la recuperación que está observando la actividad económica.
Broda no critica frontalmente esa estrategia. Y hasta señala que "está de acuerdo" en aplicarla en el contexto actual. Eso sí: advirtió que es una jugada de corto alcance, más corto del que Gobierno supone.
Opina que el Gobierno sobrepondera el hecho de que el capital instalado durante la década pasada alcanza para soportar la nula inversión directa de los últimos años. Según Broda, Lavagna supone que con la actual capacidad instalada se puede mantener un ritmo de crecimiento sólo estimulando la demanda doméstica (consumo interno más inversiones).
Desde el punto de vista de la consultora, esa "cuerda" se agota a fines del 2004. La explicación es que la mayor capacidad instalada ociosa se observa en sectores como los servicios y la construcción, que para despegar en serio necesitan de un mercado de crédito activo. "Y todos sabemos que hoy los bancos no están d