Cómo fueron los primeros 100 días de Kirchner en el Gobierno

Un balance de los primeros 100 días de gestión del presidente Néstor Kirchner

02deSeptiembrede2003a las08:30
LA NACION presenta un balance de los primeros 100 días de gestión del presidente Néstor Kirchner, que se cumplen hoy. En dos páginas especiales, además del análisis de Joaquín Morales Solá expresan su opinión los dirigentes Raúl Alfonsín y Rodolfo Terragno; el ministro de Justicia, Gustavo Beliz, el economista Roberto Cachanosky y el historiador Félix Luna.

Tal vez la mayor debilidad de Néstor Kirchner no consista sólo en ser el presidente con menos votos en la historia política argentina; Arturo Illia cosechó, en 1963, tres puntos porcentuales más que el actual mandatario. Su mayor fragilidad es, en cambio, ser el jefe de un gobierno democrático cuando el sistema histórico de partidos parecería haber colapsado en gran parte del país.

En las últimas dos elecciones con mayores expectativas públicas (la presidencial del 27 de abril y la capitalina del 24 de agosto), los viejos partidos virtualmente no estuvieron. El radicalismo hizo elecciones lamentables en ambas oportunidades. ¿Al peronismo le fue mejor? El Partido Justicialista, como tal, no se presentó en las elecciones presidenciales ni tampoco en las porteñas.

Es cierto que hubo varios candidatos peronistas en los comicios presidenciales que se presentaron en nombre de partidos creados sólo a ese efecto electoral. ¿Cambia esa situación el análisis general? ¿Acaso Ricardo López Murphy y Elisa Carrió, que también fueron candidatos por fuerzas nuevas, no pertenecieron a la Unión Cívica Radical desde sus respectivas adolescencias? El desgaste del viejo sistema partidario, que gobernó en la Argentina en los últimos 50 años, creó un protagonista nuevo en la política nacional: las encuestas y su reino de supuestas verdades irrefutables. La opinión de Julio Aurelio es ahora más importante que la de Raúl Alfonsín, o las consideraciones de Artemio López superan en el poder a las de Carlos Menem.

Kirchner descubrió en el acto ese fenómeno y se aupó a él durante los últimos 100 días; se resiste -y se resistirá- a apearse. En última instancia, ¿con qué otra cosa estructural cuenta para reemplazar a partidos en los que él nunca tuvo gravitación? ¿O es que acaso han sido mejores los resultados electorales anteriores al 25 de mayo, cuando se entregó el poder?

Si la embriaguez presidencial con las mediciones de opinión es un dato que puede explicarse, otros encandilamientos son menos comprensibles. Esa seducción envolvió también al Parlamento y hasta a la propia Corte Suprema de Justicia; ambas instituciones están pendientes de las encuestas, tanto como el propio Kirchner.

Así las cosas, el Congreso y el máximo tribunal de justicia han seguido al pie de la letra la nueva política del Presidente sobre las violaciones a los derechos humanos en la década del 70. Kirchner tiene una visión abiertamente crítica sobre la última dictadura militar y ha promovido una revisión de ese pasado ominoso.

Nadie puede rebatirle su decisión de luchar contra la impunidad y de agregarle a la memoria histórica una mayor dosis de justicia. Pero a veces pareciera que el mandatario se ha olvidado de dos aspectos.

Uno: hubo también en la década del 70 una violenta irrupción de la insurgencia armada, aunque no son comparables las violaciones a los derechos humanos hechas por los civiles insurrectos y las que perpetró el propio Estado. La otra: durante los últimos 20 años hubo en el país juicios a ex jefes militares, por aquellas violaciones, en una medida mucho mayor que en cualquier otro país de América latina.

De todos modos, el conflicto comenzó a ordenarse tras el rechazo del gobierno español a las extradiciones pedidas por el juez Baltasar Garzón. Aun descontando que la Corte declarará inconstitucional las leyes de perdón, lo único predecible es q