El campo profundizó la protesta, pero el Gobierno no reacciona
La Casa Rosada optó por el silencio frente a la advertencia de los ruralistas de extender las protestas. Crece la desconfianza sobre la economía y aumentan las compras de dólares.
El campo fue contundente ayer en su decisión de ir a fondo en la confrontación con la administración nacional. Mientras desplegó la mejor diplomacia en su estrategia para sumar adhesiones de gobernadores, intendentes y legisladores oficialistas, la dirigencia agropecuaria concentró durante el fin de semana todo su poder de fuego en las asambleas y cortes de rutas organizados por los productores. Hasta los cacerolazos que volvieron a sonar anoche en las calles porteñas, sirvieron para fortalecer la determinación de los ruralistas de profundizar la protesta y extender las medidas más allá del límite inicial fijado para el próximo jueves.
El Gobierno, en cambio, volvió a optar por el silencio y se cuidó de cualquier reacción. Salvo por la solitaria voz del vicepresidente Julio Cobos, que llamó a la “reflexión” a las entidades agropecuarias, nadie en la Casa Rosada mostró el menor reparo por las advertencias de los productores de seguir en las rutas ni por por la fuga constante de los mandatarios provinciales que eligieron encarar su propio diálogo con los ruralistas. Si hasta resultó insólita la actitud de Ruben Manusovich, el titular de Fedecámaras e incondicional aliado oficial, de presentarse en el piquete de Gualeguaychú, generando discusiones y roces que los productores calificaron como una “provocación” oficial.
Sin embargo, la estrategia de la Casa Rosada de tratar de relativizar la magnitud del conflicto no sirvió para descompromir el malestar de productores. Tampoco parece llevar tranquilidad al escenario de inquietud sobre el futuro de la economía. El mercado financiero fue la semana pasada una caja de resonancia de esos temores: la venta masiva de dólares (alrededor de u$s 1.000 millones desde que comenzó la crisis del campo) y los rumores sobre restricciones al circulante convirtieron el viernes a la city en una verdadera caldera, un panorama que podría repetirse hoy (ver pág 3 y F&M Tapa).